Alejandro Gutiérrez Balboa
El actual conflicto en Israel ha dejado al descubierto buena parte de la geopolítica mundial; nuestro país no es ajeno a ello.
Ante todo, e independientemente de los reclamos que pudieran hacerse en favor de los palestinos, estamos ante un intolerable e inaceptable acto de terrorismo, perpetrado por parte de una facción extremista, contra población civil indefensa. Hamás es uno de los muchos instrumentos del gobierno de Irán para atacar a Israel; otro muy importante es Hezbolá, con sede en Líbano. En esto, los palestinos no tienen ni voz ni voto, sólo sirven de pretexto.
A su vez, Irán ha logrado el apoyo de China y de Rusia para consolidar un régimen excluyente, el de los ayatolas, que pugna por volverse nuclear, y mediante tal posibilidad, reconfigurar por completo el escenario de Medio Oriente. Un claro propósito del reciente ataque ha sido el torpedear el acercamiento diplomático que estaba ocurriendo por Arabia Saudita (un régimen adversario del iraní) con Israel.
No tan sorprendente, y con el mismo pretexto de defender los derechos palestinos, la izquierda mundial se ha alineado con el terrorismo radical islámico. Claramente se han dado manifestaciones en este sentido desde hace tiempo destacando el boliviano Evo Morales, varios dirigentes de izquierda españoles y los dictadores que han depredado Cuba. Patéticas han sido las expresiones del demagogo presidente colombiano, justificando el terror utilizado por Hamás.
De nada ha servido el intento del presidente mexicano por ocultar sus preferencias y evadir respuestas claras. Como lo han afirmado representantes israelís en México, el no condenar el terrorismo o pretender mantenerse neutral ante él, finalmente se traduce en respaldarlo. Y ello, a pesar de que hay ciudadanos mexicanos víctimas.
Enfrente, el mundo libre, el democrático, por unanimidad, se ha pronunciado por rechazar y condenar el terror, cualquiera que sea su manifestación y su pretexto; nunca podrá justificarse su utilización como arma de lucha. El terrorismo tiene que ser extirpado, sea de la bandera que sea.
Aquellos a los que los populistas de izquierda dicen defender, los palestinos, habrán de pagar, una vez más, las consecuencias de los actos salvajes de sus “salvadores”, a los que nadie eligió y que sólo a ellos representan. Con esa clase de amigos, nadie quiere enemigos. Solidaridad con las víctimas del terrorismo es imperativa.