Alejandro Gutiérrez
La narrativa, que es el elemento predilecto de los demagogos y los autoritarios, no ha alcanzado a ocultar el trasfondo del asesinato de 2 líderes en 2 países muy distantes y diferentes: Ecuador y Rusia; en ambos casos las causas y los causantes de su desaparición tienen los mismos actores: las mafias.
La narrativa tiene como propósito alcanzar en la opinión pública explicaciones que nada tienen que ver con la realidad, sino sustituirla por explicaciones que justifican y enaltecen acciones generalmente criminales.
A sólo 10 días de las elecciones presidenciales, el candidato opositor Fernando Villavicencio fue asesinado. Su trabajo político se centró en la denuncia del contubernio de las autoridades de su país con el crimen organizado lo que, acusó, ha llevado a Ecuador a constituir un narcoestado. Con su desaparición, la esperanza de los ecuatorianos por volver a la ley y al orden se ve frustrada.
En Rusia, un avión se ha estrellado llevándose a los principales líderes del grupo Wagner, una herramienta utilizada por el gobierno ruso para llevar a distintos países fuerzas mercenarias, reclutadas principalmente de las prisiones, con el fin de desarrollar lo que se conoce como guerra irregular. En la invasión a Ucrania, estas fuerzas han cometido diversos crímenes contra la humanidad, lo mismo que en casi todos los países africanos en los que están desplegados y de donde han obtenido financiamiento. A diferencia del líder ecuatoriano, la dirigencia de Wagner no constituía ningún orden ni ley, pero representó un desafío al liderazgo de Vladimir Putin.
La desaparición de Yevgeni Prigozhin implica el control de Putin sobre sus fuerzas armadas, puesto en riesgo por el líder de Wagner el pasado junio. Pero también la consolidación de un liderazgo antidemocrático, corrupto y autoritario; el nuevo zar lleva 23 años en el poder y está obsesionado por seguir influyendo en el mundo a través de medios no convencionales ni legales, como quedó demostrado en la intentona de independizar Cataluña de España en septiembre de 2017.
Varios países sufren el asalto de fuerzas irregulares e ilegales para hacerse de, o para controlar, el poder político. Despliegan una intensa campaña propagandística divisora -su narrativa- para controlar los elementos fundamentales del gobierno e ir eliminando tanto la oposición como las instituciones. La responsabilidad hoy es de los ciudadanos para hacer frente a quienes nos pretenden siervos sumisos.