Mario Maraboto
Un tema que hacia el fin de la semana pasada generó muchos comentarios en medios, fuera de las elecciones del domingo, fue la declaración que el actual presidente hizo sobre la información de que este ha sido el régimen más violento de la historia del país.
Ante la evidencia de los números y las estadísticas, justificó: “Vean cómo nos dejaron el país. Porque es una mala herencia en seguridad. Y agregó “¿quiénes crearon las bandas, los dos cárteles que funcionan en todo el país? ¿Dónde están los cárteles creados por nosotros, tolerados por el gobierno de nosotros?”
Fuera de que dejará un país en peores condiciones de como lo recibió y de que sobre los cárteles habría que pedirle que le pregunte a la mamá del “chapo” Guzmán, vale la pena recordar algo de lo que se comprometió al protestar “cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen”, específicamente sobre la inseguridad y la violencia.
Primero, las atribuyó a “la deshonestidad de los gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo”. La realidad es que hoy se percibe un influyentísimo manifiesto a través de sus familiares cercanos y amigos de unos y otros, que han recibido contratos millonarios por asignación directa “por seguridad nacional”.
Su propuesta fue “crear, con la integración de la Policía Militar, la Policía Naval y la Policía Federal, una Guardia Nacional para realizar funciones de seguridad pública, con pleno respeto a los derechos humanos”. Lo anterior derivó en “abrazos no balazos”, y en criticar continuamente la famosa “guerra de Calderón”, cuando “Había un ambiente en ese sexenio de mucha represión, de mucho autoritarismo”, como lo recordó, por ejemplo, en su show mañanero del 10 de octubre del 2020, aunque es evidente que en este sexenio el ambiente es de autoritarismo, inseguridad y continuas violaciones a los derechos humanos.
Sobre la guardia nacional propuso “replantear el papel de las Fuerzas Armadas ante la inoperancia de las corporaciones policiales”, preparar y capacitar a sus integrantes y expresó que Ejercito y Marina son “las instituciones fundamentales para garantizar la seguridad nacional, la seguridad interior y la seguridad pública”. Olvidó su compromiso de regresar a los soldados a los cuarteles en los primeros seis meses de su gobierno, y cambió de opinión interpretando a su modo el artículo 89 de la Constitución que lo faculta para “preservar la Seguridad Nacional en los términos de la Ley respectiva…” y disponer del ejército y la marina “para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación”.
Lo que nunca manifestó es que, además de no regresarlas a los cuarteles, las fuerzas armadas recibirían más poder económico y político del que podría ser deseable en una democracia, con facultades discrecionales para ejercer presupuestos sin revelar información “por seguridad nacional”.
Finalmente, en su toma de protesta informó que todos los días a las seis de la mañana tendría una reunión con el gabinete de seguridad “en la cual recibiremos el parte o reporte de lo sucedido en las últimas 24 horas y tomaremos las medidas necesarias”. ¿En serio? ¿El citado gabinete no lo informó en la mañana del 18 de octubre de 2019 sobre el operativo contra Ovidio Guzmán como él mismo lo reconoció en marzo de 2022?
Quejarse de cómo le dejaron al país no es gobernar. La realidad y la verdad siempre se imponen a los “otros datos”.