Enrique Álvarez
Después de mucho tiempo de no jugar futbol, el pasado domingo acudí, gracias a la invitación de Toño Vera, a las canchas del San Javier para volver a patear la numero 5. Todo era emoción y felicidades hasta que después de 15 minutos de correr y tocar el balón mi rodilla se reveló y dijo: “No mas por hoy”.
Resonancia Magnética de por medio, el doctor me informó que tengo derrame articular, esguince de ligamento colateral medial y ruptura del menisco lateral. Oficialmente entré al club de “me chi&@#* la rodilla”.
Todo este rollo introductorio de mi estado físico sirve para saludar a esos cracks que se fastidiaron la rodilla, pero desde la comodidad de un sillón viendo la TV criticaron a Víctor Manuel Vucetich y Fernando Ortíz, técnicos de Monterrey y América, los mejores equipos del torneo, que fueron eliminados en semifinales porque “jugaron defensivos”.
Mas saludos a los que criticaron a Paunovic, técnico del Guadalajara, porque perdió la final echándose para atrás cuando tenía el título en sus manos. Y saludos internacionales para quien dice que Mourinho es la sombra de quien fue y por ello perdió la final de la Europa League.
Hace poco veía un comentario en redes sociales (a veces las redes sociales son acertadas), que mencionaba que Michael Jordan, quizá el mejor deportista de la historia, perdió más de lo que ganó. Así es el deporte. Lo esencial es competir y destacar en el alto rendimiento. Apoyado en este pensamiento de que en el deporte hay mas derrotas que triunfos, hay que admirar el trabajo de los equipos “perdedores” antes mencionados.
Lo dijo Jorge Valdano en una de sus frases memorables: “La gambeta es una apuesta. El que se queda el balón gana”. La naturaleza del deporte es tener un ganador y un perdedor. Y no siempre, ser perdedor es malo. A veces perdiendo ganas.
Mientras desamarras este nudo filosófico deportivo que te escribí, me siento con mi rodilla lesionada a ser un crítico de sofá.