Roberto Mendoza
En la historia del mundo hay grandes batallas que se perdieron por la soberbia y el exceso de confianza, una de ellas es la del cinco de mayo, donde el bien entrenado, equipado y tecnológicamente superior ejército francés fue derrotado por el mexicano que tenía miembros sí, bien entrenados y equipados, pero que en su mayoría se conformó por milicias que se unieron a la defensa de la patria. Es una batalla ejemplar, como muchas más que causan admiración y se estudian en las academias militares del mundo.
La confianza es muy importante para poder ser competitivo, pero el respeto al enemigo o adversario lo es también, no hay enemigos pequeños, como lo demostró David contra Goliat. Hoy tenemos una batalla anunciada y de la que ya se ha dado un ganador: el gran ejército electoral de Morena y su estratega, contra sus opositores, la victoria, según el presidente la tiene ya garantizada.
La apuesta del presidente es ganar todo en las próximas elecciones del 2024, la presidencia, las dos cámaras y antes de terminar su mandato cambiar al país dejando una huella casi imborrable modificando la Constitución. ¿Cuáles serían estos trastornos? Darle la vuelta a la legislación electoral, la energética, darle una fuerza sin precedentes al ejército, bajar los sueldos a toda la administración pública, agenciarse todos los fondos y fideicomisos púbicos y cambiar la forma de cómo se eligen los magistrados de la Suprema Corte de Justicia; de paso, de una buena vez, todo lo demás que se le ocurra. El presidente ha presentado una serie de razonamientos en donde justifica su certidumbre, el primero y más fuerte su nivel de popularidad, sin pudor ha torcido y mentido sobre los resultados de una encuesta y las que descubre que salen a su favor, para decir que tiene una aprobación del 80%, sólo una muy pequeña minoría estaría en contra de su manera de gobernar, entonces como asegura: Sí se puede.
Hay otro motivo, el más importante, por el que el presidente se siente tan confiado: la poca fuerza y organización que tiene la oposición. Hay dirigentes de partido que dicen que están en contra del régimen pero que les interesa más su futuro personal, llámese dinero o pequeñas parcelas de poder, que la nación, hay otros que no saben como ser oposición y a la hora de las decisiones, toman las peores, hay algunos opositores que son histriónicos y les gusta el drama, pero no proponen nada. Por el lado de la llamada sociedad civil, hay uno que ha levantado la mano, pero que lo deben conocer en su casa, a lo mejor en el colegio de sus hijos y quizá en su colonia y nada más. Hay otros opositores que son serios, pero habrá que ver si se deciden a poner todo su prestigio y fuerza, ellos sí podrían ser un David, pero quizá al buscar, no traigan suficientes piedras, para derrotar a este Goliat.
¿Aún nos queda algo para derrotar a este Gigante? Sí. Primero hay una gran cifra de personas que no votan, en 2018 fueron 32 millones, 721 mil, 4 personas, es decir si por AMLO votaron 30 millones, 113 mil, 483 personas, solo los que decidieron no votar podrían haberlo derrotado. Hay muchas razones para no ir a votar, la más importante es el trabajo, si 8 millones encuentran una forma de salir a votar se podría derrotar a este Titán. Hay otra, el actual presidente no va a participar en la elección, habrá un o una candidata fachada, la foto de AMLO no estará en la boleta, eso reducirá en algún porcentaje la votación a su favor. Una más, hay muchos, millones, que habiendo votado por este supuesto cambio, hoy estamos arrepentidos. Lo más importante es que la actual oposición encuentre un rumbo, veo muy difícil que la sociedad civil por si sola se organice en unos meses para que salga de su seno un candidato, entonces. ¿Estamos perdidos? ¿Nuestro futuro manifiesto es Morena por lo menos otros seis años? ¿Dónde estará nuestro libertador? ¿Ya perdimos está apuesta?… Nuestro peor enemigo hoy es la apatía.