Raúl D. Lorea
Tras una interesante conversación que tuve con buenos amigos, reflexioné sobre la necesidad de tener un organismo que regule y controle el crecimiento de la ciudad, enfocándola a los objetivos de la agenda 2030 de la ONU y buscando una mejor dinámica social con el medio ambiente.
Analizábamos que, una forma de lograrlo, podría ser ciudadanizando las instituciones encargadas de la planeación y la gestión urbana, desconcentrando aquellas que, por su incidencia, han provocado un desarrollo urbano desordenado con objetivos ajenos al bien común, a la sostenibilidad urbana, la ecología y todos los principios que por años han defendido activistas y académicos.
Ciudadanizando las instituciones podríamos tener incluso la posibilidad de elegir o destituir a sus titulares ¿se imagina que hubiéramos propuesto, desde la ciudadanía, al titular del extinto Instituto Queretano del Transporte? Desde la primera gran reestructura del transporte público la ciudadanía ha padecido un mal servicio y los gobiernos aún le temen a los proyectos transexenales. La continuidad será esencial para lograr proyectos de cualquier índole buscando mejores resultados.
Las posibilidades son muchas y con la dinámica social actual, se pueden implementar mecanismos de participación ciudadana que, en conjunto con el Congreso Local pudieran llevar a cabo la designación o destitución de los titulares de área según el “interés superior de la ciudad”. Es momento de iniciar el diálogo público con nuestros legisladores actuales, actores académicos, activistas y especialistas en la materia, sumando todos por un nuevo esquema de empoderamiento ciudadano.