Estrella Rojas
El pasado 30 de abril se cumplió el plazo constitucional límite para que el Congreso cerrará el periodo ordinario de sesiones y entrara en receso, y ambas Cámaras, de Diputados y Senadores, evidenciaron la vocación autoritaria, antidemocrática, de Morena.
En Diputados, a pesar de tener mayoría para aprobar cualquier reforma legal, y una amplio abanico para negociar cualquier reforma constitucional, el Grupo Parlamentario de Morena y sus satélites optaron por la violación reiterada de la Ley y los reglamentos que rigen la vida interna de la Cámara.
Hicieron las cosas al vapor, presentaron iniciativas mal hechas, que atípicamente decidieron aprobar sin un dictamen previo, sin ningún estudio, valoración, reflexión, mucho menos de un debate o intercambio de ideas, y con amplias consecuencias para los mexicanos.
En Senado, se sufría una crisis por la negativa de Morena a cumplir sus obligaciones y nombrar, al menos uno de los 3, comisionados pendientes del INAI, que le permitirían funcionar adecuadamente, y razón por la que la oposición había tomado la Tribuna.
En este escenario, llegaron las minutas malhechas, con poca legitimidad, las cuales tampoco se revisaron; fungimos como una oficialía de partes que aprobó todo sin revisar, sin hacer el trabajo que como Cámara revisora nos correspondía. Y todo ello de la forma más nefasta, en el patio de la antigua sede del Senado, a escondidas, sin la transmisión en vivo por parte del Canal del Congreso, de madrugada, toda una oda a la opacidad.
Y la reflexión necesaria debe ser por qué Morena decidió actuar haciendo una recopilación de las peores prácticas que se han tenido en el Congreso mexicano, muchas de ellas no vistas desde los tiempos mas rancios del PRI.
Y si bien no podemos ser simplistas, creo que hay tres razones por las cuales se explica esta actitud autoritaria.
La primera es la vocación autoritaria de AMLO, quien tiene una guerra contra cualquier contrapeso democrático a su presidencia, e invadió, con aval de sus legisladores, las facultades del Poder Legislativo, les ordenó a sus diputados hacer reformas exprés, sin permitirles hacer su trabajo, en tanto que a sus senadores, además de ordenarles lo mismo, también les instruyó desarticular al INAI, aunque fuera ilegalmente. Se trata de la intromisión más agresiva del Presidente en el Congreso en los últimos 30 años.
La segunda, es el desorden de Morena como partido, en sus filas, lo único que los une es su obediencia ciega -aunque un tanto convenenciera- al presidente. Por ello, no hay liderazgos ni en el Partido, ni en sus Grupo Parlamentarios, e incluso, algunos que habían dado señales de independencia, sucumbieron ante el puño aplastante del Palacio Nacional.
La tercera, y no por ello la última razón, es la sucesión presidencial, que ya ha enrarecido la política, con las campañas adelantadas de las “corcholatas”, y que ha agudizado la sumisión de los aspirantes oficialistas ante AMLO, que incluye a todos los legisladores que buscan otro cargo para el próximo sexenio y que en el Congreso ha significado una renuncia a su propia individualidad, ética y pensamiento.