En un legislativo en el que se busca una representación fiel del mosaico de comunidades y grupos que tenemos en nuestro país, la imagen no era del tanto nítida. Los jóvenes en nuestro país representamos más del 30 por ciento de la población y solo ostentamos menos del 2 por ciento de los curules en la Cámara de Diputados. Es importante reconocer cuándo los distintos poderes tienen un acierto y a mi parecer, la semana pasada, el legislativo lo obtuvo.
El 11 de abril se discutió la reforma de los artículos 55 y 91 de la Constitución para reducir la edad mínima para ser diputado de 21 a 18 y para ser Secretario de Estado de 30 a 25 años, respectivamente. El proyecto se aprobó con 439 votos a favor, cero votos en contra y cero abstenciones. Esta minuta fue mandada a la Cámara de Senadores para su consideración; de ser aprobada, se enviará a las legislaturas locales para su aprobación; y, posteriormente, su publicación en el Diario Oficial de la Federación.
Con esta reforma se da un avance fuerte en los derechos políticos de los jóvenes pues abona en su inclusión y fortalece fuertemente su posibilidad de tener participación política, lo que queda por ver es si está será efectiva o no. Ver un trabajo mucho más fructífero por parte de la Comisión de Juventud, en el que sean incluidas y escuchadas más de sus propuestas.
Cómo jóvenes nos queda aprovechar estas oportunidades y explotar la participación que al día de hoy podemos tener para mejorar el México en el que nos encontramos.