Lucía Foyo
Hola son Lucia Foyo y soy Psicóloga. De forma habitual nos encontramos con muchas personas cuyo motivo de consulta es éste. Son varios los motivos que confluyen para generar esta situación en la que algunas personas alcanzan aquellas expectativas que se les habían planteado desde que eran jóvenes pero su estado de ánimo no les acompaña:
Infelicidad Alto nivel de estrés. El tipo de vida que mucha gente suele llevar haciéndose cargo de una familia, una casa, un trabajo, una relación y algo de desarrollo individual puede suponer una enorme sobrecarga. Sin embargo, nuestra cultura fomenta una atención muy centrada en el pensamiento lo que nos limita la capacidad de sentir las cosas que vivimos.
Las expectativas. Nuestra educación y cultura fomenta un tipo de vida preestablecido que solemos imitar como síntoma de bienestar. Pero para algunas personas, tomar exclusivamente los caminos que les brinda la vida pronosticada, puede conllevar no reparar en aquellas condiciones que su propio criterio podría necesitar.
La falta de atención. Solemos llevar ritmos de vida demasiado rápidos, con mucho nivel de exigencia y basados en el futuro, por lo que no reparamos el tiempo necesario en llegar a sentir aquellas cosas que nos ocurren poniendo atención en el momento presente. Nuestra vida suele funcionar en piloto automático, y tan sólo solemos situarnos en nuestra mente pensante, con una tendencia enorme a llevarnos por delante de las cosas.
La falta de comunicación. Pueden existir dificultades para comunicar lo que sentimos a los demás. Es habitual estar rodeado de personas, incluso cercanas, pero que la persona se sienta sola, desconectada. Cada vez más fomentada la individualidad a través de las pantallas, nos cuesta comunicarnos incluso con nuestra gente, impidiendo un verdadero compartir que es la esencia de nuestras relaciones. Si a ello le añadimos que no somos grandes ejemplos de comunicar lo que nos molesta, en ocasiones vivimos con máscaras hasta que nuestras emociones nos saturan y tendemos a explotar en el reproche.
El hedonismo. Nuestra sociedad prima la adquisición de una calidad de vida basada en el consumo, el “cortoplacismo”, la novedad, la inmediatez. Todo lo que nos conlleva un esfuerzo, suele quedar restringido al desarrollo de una carrera profesional, pero una vez concluido y alcanzado cierto status, puede que esforzarse ya no represente una prioridad.
La falta de descanso. Al vivir de forma tan urgente, es difícil poder encontrar hueco en nuestra agenda, ya que vivimos “optimizando” al máximo nuestro tiempo. De esta forma, podemos llegar a prescindir de periodos de descanso y desconexión, más allá del sueño, que impidan el equilibrio emocional.
La falta de autoestima. Por desgracia nuestra educación suele adolecer de reforzamientos positivos y tiende a estar más basada en la crítica y en la normalización de los esfuerzos. De esta forma, la manera en la que nos hablamos a nosotros mismos, puede ser demasiado dura, sobre todo en momentos difíciles en los que lo estamos pasando mal
Carencia de valores. Solemos basar nuestra vida en la consecución de metas, pero una vez alcanzadas aquellas que son más reconocidas socialmente como necesarias. Necesitamos superar la propuesta exclusiva de metas y fundamentar nuestro bienestar en la persecución de valores, ya que si conseguimos mantener viva la llama de nuestro motor, podremos alcanzar altos grados de satisfacción profunda.
Psic. Lucia Foyo Niembro
WhatsApp 4421234072
Soy Lucía Psicóloga en Querétaro
soyluciapsicologa