Iván Torres/Rotaciones
Los directivos del futbol mexicano no quieren entender que se ha tocado fondo con el Tricolor. Lo que sucedió en Catar se compara con aquella eliminación en Haití para no asistir a la Copa del Mundo en 1974 y aquella en El Salvador para no asistir al mundial de España en el 82.
Volviendo al pasado, cuando supuestamente éramos el gigante de la CONCACAF, término que hoy está en el olvido, pudieron recomponer la dirección gracias a que hombres visionarios como Guillermo Cañedo trabajaron para recuperar la inercia lógica que debía llevar el balompié mexicano y se fueron dando las cosas.
Se dio la declinación del mundial del 86 por parte de Colombia y Cañedo siendo el hombre fuerte del futbol mexicano convenció a empresario nacionales para que se hiciera el campeonato en México. En ese momento, se optó por darle condiciones especiales a la selección mexicana, se hizo una especie de reingeniería y la lógica fue retomar el trabajo que bien se hacía en Pumas de la Universidad para ser una base del Tricolor.
Recuerdo que Bora Milutinovic, siendo campeón en 1981 con los felinos presentó un esquema de trabajo coherente para llevar a la selección a un buen nivel mundial y lo logró con la complicidad de tener aquel mundial en casa.
El “Tri” fincó su buen futbol con una base que el entrenador conocía, había talento local y se logró un buen campeonato, pero después del mundial de 1986, se volvió a trabajar con el conformismo de seguir vendiendo un producto caro y sin resultados.
Para 1990, 1991, se entendió que nuevamente habría que reconfigurar, la lucha por el poder de la selección dio un vuelco, entonces positivo y se dio una de las mejores décadas para el representativo nacional. Dos mundiales memorables lo avalan, 1994 y 1998. Además de ser subcampeón de una Copa América en 1993.
Pienso que después de Catar se pudo hacer ese análisis y quizá antes, hoy los directivos deben adoptar esa experiencia e historia, ser visionarios, mantener una lógica, trabajar en las bases, optar por una reingeniería de todos los agremiados al futbol profesional y una resiliencia pronta y expedita.
Lo que vimos de la selección la semana pasada y el domingo va exactamente en la dirección contraria.