Roberto Mendoza
El pasado sábado el presidente logró reunir a miles de mexicanos, acarreados o no, en el zócalo de la CDMX, antes, el 26 de febrero ciudadanos lograron también llenar la misma plancha en defensa del Instituto electoral de nuestro país, al comparar las marchas habrá que aceptar su diferencia, no pueden compararse, la del sábado fue un mitin político rancio y anacrónico, que no aportó nada, y la otra un hecho sin precedente, ciudadanos que buscan defender un instituto en el que creen.
Por un lado, fueron los ciudadanos los que convocaron y marcharon en los últimos días de febrero, sin un líder visible, lo celebro, pero al mismo tiempo parece lamentable, el país necesita al menos cuatro candidatos de entre esta masa que, aunque si tenía un objetivo y un fin, nadie pudo consolidar un liderazgo, la razón es muy simple, no hay liderazgos en la oposición.
En cambio, en el lado del gobierno hay al menos tres líderes fuertes y por lo menos dos que empujan a simpatizantes con su nombre, la lógica política, en este momento, señala que en los próximos siete años tendremos una continuidad de caudillos emanados de un movimiento político muy nuevo que tomó por asalto el poder y no tiene ninguna intención de compartirlo. Si la oposición sigue en el mismo tenor no sólo no podrá en el 2030 imponer un cambio, sino que se irán integrando cada vez más, en esta idea de supuesta transformación, porque es más fácil recibir y estar bajo la sombra protectora del poder que ser antagonista. Ya lo hemos vivido y es muy probable que lo volvamos a vivir. ¿Aprendimos algo de más de 70 años de un partido que monopolizó el poder en México? Sí, que es más cómodo vivir bajo su manto.
Habrá, si, unos opositores que serán cada vez más marginales, algunos intrascendentes, quizá otros se desesperen y tomen el camino de la violencia, simplemente serán borrados, eliminados, otros, los más, serán cooptados, convencidos, invitados, El radicalismo nunca ha sido la marca de los mexicanos, sólo hay un AMLO, los demás saben que unir fuerzas siempre es más fácil.
La oposición en este momento es un movimiento chiquito con opositores que parece nacieron en Liliput, algunos con ideas que se gritan con fuerza, pero que no tienen forma de llevar sus arengas a la realidad, no tienen, base social ni dinero, las dos cosas que en la política mexicana más importa, por eso este enfrentamiento es entre Titanes y enanos, las fuerzas son totalmente desiguales.
Estos enanos, no quieren crecer, incluso no saben cómo, algunos ya están negociando con el gobierno, los resultados de esta concerta-cesión se verá con mucha claridad en las próximas elecciones del 4 de junio. El gobierno tendrá más gigantes, la oposición más pigmeos.
Algunos han alzado la mano, ninguno es líder, incluso dentro de los partidos no se impulsa a nadie, la oposición no sólo es pequeña sino se siente derrotada de antemano y ese es el peor fracaso, entregar todo sin luchar, ni luchar hasta el final de sus fuerzas, sólo simular. Los verdaderos opositores en este momento son: unos periodistas, algunas organizaciones, varios luchadores sociales, un valiente puñado de mujeres y no más, ninguno de estos opositores quiere ser presidente, buscan dar a conocer la verdad y exigen justicia. Los políticos “profesionales” de la oposición, no plantean nada, no tienen imaginación, no generan ideas nuevas, ni plantean agenda, se venden y los usan, ya están acostumbrados a la comodidad y el dinero, los ideales en ellos, se han perdido ¿tenían? Nosotros como sociedad estamos en la curva de aprendizaje. Hay que tomar el poder en nuestras manos y no soltarlo nunca. Tenemos tiempo, siete años, vamos organizándonos.