Roberto Mendoza
Este año, el país va a gastar un presupuesto de 8.3 billones de pesos, de ese dinero no se sabe, porque la transparencia no es una práctica en ninguno de los tres poderes de la nación, cuánto se gasta de manera discrecional. El presidente cada vez que puede pone mucho énfasis en la llamada austeridad, nadie debería ganar, en la administración federal, más que él. Esto nos afecta a todos de una u otra forma. Hay una percepción de un tope de sueldo en el país, un “sueldo razonable y chairo” deberá ser de máximo 30 mil pesos, de ahí en adelante ganar más ya se considera un privilegio y por lo tanto quien gana más de esa cantidad se vuelve, desde la perspectiva de la 4T, un conservador, miembro de la derecha, dispuesto incluso a recurrir al poder judicial para defender su dinero, bien habido y trabajado.
¿Por qué el gobierno y sus seguidores están promoviendo este pensamiento? Hay varias razones, una es la hipocresía, el presidente gana 121 mil 549 pesos, pero no se sabe cuánto gasta, el Palacio Nacional, donde él vive, tiene un presupuesto para su mantenimiento, hay un presupuesto para sus comidas y viáticos para sus salidas, es decir, el presidente de su dinero, no gasta nada, además mantiene una partida secreta, que según informó el senador Julien Rementeria podría ser de hasta 90 mil millones de pesos. Por un lado, el presidente dice que gana poco, pero por el otro… Y esto permea en todos los poderes y niveles del gobierno.
Otra razón es que la austeridad es confundida con la miseria, entre más poco se les pague a los empleados, es más posible que el presupuesto tenga “flexibilidades” para beneficiar a senadores, diputados, jueces, ministros y hasta a los titulares de una dependencia, subsecretarios o directores de área. La supuesta austeridad, es sólo de nombre, no se redirige a programas sociales, sino se destina a una zona negra del gasto, donde el verdadero privilegio mete la mano.
Este tipo de pensamiento está empujando la llamada “pobreza salarial”, porque hay más oferta de trabajo, pero los salarios son cada vez más miserables, mientras que los que pueden, los que tienen amigos, formas, agarraderas, como dice el presidente, parece que ganan poco, pero en realidad ganan tanto como pueden. ¿Está mal ganar un “buen sueldo”? Nuestros abuelos y padres ganaban lo suficiente para comprar una casa y un auto, para mantener a varios hijos, hoy en día los jóvenes apenas pueden invertir en comprar un buen celular, sí hay diferencia. ¿El gobierno, convenientemente, confunde bienestar con dependencia? La corrupción es un monstruo que poco a poco se estaba comiendo al gobierno, hoy ya se lo tragó. Ganan los que pueden y tienen o encuentran la formula. Ley de Herodes dixit, perdemos todos los demás. ¿Esto es la cuarta transformación?
SUSPICACIA
El pasado martes se realizó el examen a 508 aspirantes a Consejeros Electorales, no se les permitió entrar con celulares ni con relojes inteligentes, sólo con lo que llevaban de ropa, al entrar les proporcionaban un sobre personalizado, con una clave para desbloquear un iPad donde estaba precargado el examen. Me cuentan que casi al empezar el examen, una mujer, personaje relevante de la 4T, sacó de ese sobre un “acordeón” con las respuestas del examen, una persona se acercó a ella y le dijo: “todavía no es hora de que saque eso” … en lugar de guardarlo ella protestó y se armó un pequeño escándalo, otros candidatos se dieron cuenta. De ahí salió el rumor de que a ciertos personajes se les habían facilitado las respuestas. Como nadie pasó con celular, no hay video, pero la anécdota es relevante. No iba a haber ventajas para nadie, ¿verdad? Otra muestra de que no son iguales, son peores.