Mario Maraboto
En reconocimiento a las mujeres periodistas en el Día Internacional de la Mujer
Que en México existe la violencia en contra de la mujer es innegable. Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) muestran que 63 de cada 100 mujeres de 15 años y más, residentes en el país, ha experimentado al menos un acto de violencia emocional, física, sexual, económica, patrimonial o discriminación laboral.
Sin menospreciar a aquellas mujeres que trabajan en fábricas, en el servicio doméstico o que son amas de casa, dentro de esta violencia de género figuran profesionistas cuyo trabajo las expone a situaciones que pueden derivar en diferentes formas de agresión, especialmente las que se dedican a la labor informativa en medios de comunicación, hacia quienes se han incrementado las agresiones, especialmente desde lo más alto del poder político.
De acuerdo con Comunicación e Información de la Mujer AC (CIMAC) –organización especializada en el periodismo con perspectiva de género–, del 1 de enero de 2013 al 31 de julio de 2016, se registraron 248 agresiones en contra de las periodistas, en tanto que del 1 de enero de 2019 al 31 de julio de 2022, hubo 767 casos. Lo anterior representó un incremento de 519 casos, es decir, un 209.27%. En ese mismo lapso, cinco mujeres periodistas habían sido asesinadas pero durante los últimos meses han prevalecido las agresiones verbales y físicas en contra de periodistas mujeres y hombres.
De acuerdo con los especialistas que dan seguimiento a las situaciones de violencia, las agresiones más comunes hacia las mujeres periodistas son: Psicológica (amenazas, presión sobre seres queridos, insinuaciones sexuales), patrimonial (allanamiento y despojo de material de trabajo, como grabadoras o cámaras, entre otros), y hostigamiento (acoso sexual y violencia institucional manifiesta a través de acusaciones y demandas judiciales). Pero parece ser que lo más común son las agresiones físicas y verbales por parte de cuerpos de seguridad y uno que otro guardaespaldas que busca abrir paso a su jefe o por parte de algún(a) funcionario(a) prepotente.
Mujeres periodistas en México hay muchas. La mayoría se han expuesto a diferentes formas de violencia, ya sea directa por el tipo de temas que abordan (narcotráfico, explotación sexual, corrupción, pederastia, etcétera), u ocasionada por la cobertura que realizan, por ejemplo, en zonas de desastre, en regiones en conflicto bélico, en lugares inhóspitos o en coberturas especiales en diferentes países del mundo.
Lamentablemente en los últimos años las agresiones hacia las mujeres periodistas han surgido y se han agudizado desde la Presidencia de la República y se han multiplicado a través de las redes sociales, incrementando el nivel de agresión. No importa si es una periodista o columnista reconocida o la más discreta de las reporteras, las agresiones verbales y misóginas, generalmente infundadas, no cesan y dañan la reputación, la credibilidad y la trayectoria periodística de la persona, ante lo cual la Comisión Nacional de Derechos Humanos (dirigida por una mujer) calla como momia, como suele expresar el presidente.
Muchas periodistas mexicanas han sido reconocidas con premios nacionales e internacionales por el resultado de su labor, pero creo que los premios de periodismo también deberían considerar un reconocimiento a aquellas mujeres periodistas que, gracias a su valentía, y exponiéndose a algún tipo de violencia, logran evidenciar situaciones sociales negativas y buscan siempre la verdad.