Mario Maraboto
El Diccionario de la Lengua Española define a la ocurrencia como una “Idea inesperada, pensamiento, dicho agudo u original que ocurre a la imaginación”. Una ocurrencia llevada a la acción sin previo discernimiento implica una improvisación que puede generar graves efectos tanto para el ocurrente como para quienes de una u otra manera dependen de él.
Desde hace cuatro años México ha sido gobernado básicamente a base de ocurrencias, especialmente cuando se trata de proponer o poner en acción soluciones a algún problema; es decir, se ha gobernado a base de ideas inesperadas e infundadas, producto de la mente del presidente. Aun cuando esto ha ocurrido en gobiernos anteriores, la frecuencia y cantidad con las que se han presentado las ocurrencias en este lapso, ha implicado considerables costos económicos y pocos o nulos beneficios sociales.
Algunos ejemplos de ello -entre varias decenas- son: la adecuación (no construcción) del aeropuerto militar de Santa Lucía para crear un “hub” aéreo que, a casi un año de su inauguración no ha dado resultados ni ha disminuido la saturación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; en la misma línea está también la idea de crear una aerolínea administrada y operada por el ejército, sin contar con la opinión de expertos ni con estudios de factibilidad financiera, que, de lograrse, implicará graves pérdidas económicas y financieras para el Estado.
Otra gran ocurrencia presidencial ha sido la construcción del tren maya, un proyecto sin un adecuado análisis y planeación que por lo mismo ha sufrido diversas modificaciones en su ruta, con un trazo cambiante y no definido, que sólo ha dañado a la naturaleza y continuamente incrementa sus costos.
Un ejemplo más de estas costosas ocurrencias es sustituir al Seguro Popular con la creación del Insabi sin una planeación estratégica ni diagnóstico certero y, por lo tanto, sin reglas de operación claras, basada en decisiones improvisadas y en el marco de una política confusa y desordenada de re-centralización de los servicios de salud. En este caso, la realidad ha evidenciado el costoso desastre: incremento de población sin acceso a los servicios de salud; desabasto de medicamentos; desfinanciamiento de los servicios estatales de salud así como de institutos nacionales, hospitales de alta especialidad y hospitales federales de referencia.
Y ni hablar de ocurrencias verbales que lo mismo dan risa que pena. En este renglón figura la de proponer al Presidente Biden, de los Estados Unidos, el trueque del avión presidencial (otra ocurrencia la de no usarlo y gastar dinero en su mantenimiento) por aviones para sofocar incendios; igual propuso a Trump cambiar dicho avión por medicamentos. Destaca también la advertencia a los Estados Unidos de que, en caso de que Julian Assange fuera encarcelado habría que “empezar la campaña de que se desmonte la Estatua de la Libertad que entregaron los franceses y está en Nueva York, porque ya no es símbolo de libertad“.
Respecto a ocurrencias plasmadas en documentos, son de señalar la carta dirigida al parlamento Europeo en respuesta a la petición de garantizar la seguridad a periodistas, en cuyo inicio se lee: “Es lamentable que se sumen como borregos a la estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación…”; o la dirigida al Rey de España y al papa Francisco para que “se haga un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos”.
Es evidente que, para mal del país, el presidente olvidó lo que expresó el 7 de agosto de 2018, después de la elección: “No queremos hacer un gobierno de ocurrencias”.