Hola. Soy Lucía Foyo y soy psicóloga. Te comparto este tema que es muy interesante. La frustración es la respuesta emocional común que experimentamos cuando tenemos un deseo, una necesidad, un impulso y no logramos satisfacerlo; entonces sentimos ira, molestia y decepción, un estado de vacío no saciado, donde, cuanto mayor sea la barrera a nuestro deseo, mayor será la frustración resultante.
Es una emoción estrictamente desagradable que aparece en aquellas situaciones en que nos damos cuenta de que no podemos conseguir algo que es importante para nosotros, a pesar de los esfuerzos físicos, psíquicos, actitudes y tiempo invertidos con la finalidad de lograr un objetivo o meta establecida previamente, y obtenemos en su lugar la anulación del mismo. No obstante, es una emoción normal que impacta en nuestras vidas.
La frustración se origina en sentimientos de incertidumbre e inseguridad que derivan de una sensación de incapacidad para satisfacer las necesidades. Si las necesidades de un individuo son bloqueadas, es más probable que se produzcan malestar y frustración. Cuando estas necesidades son constantemente ignoradas o insatisfechas, es probable que avancen a la ira, la depresión, la pérdida de confianza en sí mismo, la molestia, la agresión y, a veces, la violencia.
Algunas personas están predispuestas a sentimientos de frustración, identificados en términos de temperamento (frustración) en la adolescencia y neuroticismo en la edad adulta. La frustración temperamental se asocia con alteraciones de la percepción, incluidos cambios en la percepción del afecto en las relaciones.
La frustración se puede clasificar como un comportamiento-respuesta asociado a un problema de salud mental y puede tener una serie de efectos, dependiendo de la salud mental del individuo. En casos positivos, cuando la frustración se acumula hasta un nivel demasiado grande para que el individuo la contenga o permita continuar, se produce una acción dirigida a resolver el problema inherente, en una disposición que no causa daño social o físico.
Sin embargo, en los casos negativos, el individuo puede percibir que la fuente de la frustración está fuera de su control y, por lo tanto, la frustración continuará aumentando, lo que eventualmente conducirá a un comportamiento más problemático (por ejemplo, una reacción violenta contra los opresores o enemigos percibidos).
A veces se produce una negativa obstinada a responder a las nuevas condiciones que afectan al objetivo, como sería la eliminación o modificación de la barrera. El castigo severo puede hacer que las personas continúen ciegamente con un comportamiento no adaptativo: puede tener un efecto opuesto al de la recompensa y, como tal, desalentar la repetición del acto, o bien, al funcionar como un agente frustrante, puede conducir a la fijación y también a los otros síntomas de la frustración. Se deriva de esto que el castigo sea una herramienta peligrosa, ya que a menudo tiene efectos totalmente opuestos a los deseados.
Manifestaciones psicológicas y fisiológicas: La discrepancia negativa que resulta al comparar lo que se espera y lo que se recibe en respuesta a las expectativas, representa una decepción que desencadena las alteraciones psicofisiológicas que caracterizan a la frustración. Cuando esas respuestas aparecen de manera constante, se pueden ver traducidas en insomnio, estrés, falta de concentración, ansiedad, falta de apetito, depresión y agresión.
Si sientes que tienes baja tolerancia a la frustración, te sugiero que acudas a terapia psicológica.