Yamile David
El COVID19 marcó un precedente en la salud mental de los mexicanos. Antes de la pandemia, 15% de la población vivía con ansiedad, pero en 2020 esa cifra creció hasta 50%.
De la misma manera, la depresión aumentó de un 3% a un 27%, de acuerdo con cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Alarmante, ¿cierto? Pero lo es más el tabú que existe alrededor del tema.
Lo hemos platicado en anteriores ocasiones, por siglos el alcohol es la vía por excelencia de relajación, diversión y socialización. Y nadie dice que esté mal tomarnos unas copitas algunas veces, el problema es cuando cada vez lo necesitamos más al punto en que se convierte en una necesidad, y esta necesidad también ha ido en aumento; el consumo de alcohol se disparó durante la pandemia, llegando en muchos casos a una adicción.
La sociedad acepta abiertamente el consumo del alcohol y ahora también de la marihuana, más no así el acudir a un psiquiatra y mucho menos tomar antidepresivos, tabú total.
Concientizar y socializar la importancia de la salud mental es imprescindible para los tiempos que estamos viviendo. Afortunadamente las nuevas generaciones son más consientes de ello (cada vez tiene más tendencia el término “mindfulness”) pero las personas de 35 años en adelante, no están tan familiarizadas, no lo ven como un tema prioritario y mucho menos lo atienden, solo lo padecen.
La salud mental es también un tema de Estado; todos los Estados Miembros de la OMS se han comprometido a aplicar el “Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2030”, cuyo objetivo es mejorar la salud mental por medio de un liderazgo y una gobernanza más eficaces, la prestación de una atención completa, integrada y adaptada a las necesidades en un marco comunitario, la aplicación de estrategias de promoción y prevención, y el fortalecimiento de los sistemas de información, los datos científicos y las investigaciones. El Atlas de Salud Mental 2020 de la OMS mostró que los países habían obtenido resultados insuficientes en relación con los objetivos del plan de acción acordado. Fuente OMS.
Dejemos los prejuicios de lado, hablemos abiertamente del tema en diferentes mesas, dejemos el tratar de hacernos los fuertes, de pensar o sugerir “echarle ganas”.
Por supuesto siempre ayudará mantener una actitud positiva ante la vida y tener muy presente lo mucho que tenemos, pero hay momentos en donde en el cerebro surge un desequilibrio químico y no habrá alcohol ni churrito que lo ayude a sanar, al contrario, se irá deteriorando más y con ello la persona y todo lo que la rodea.
Algunos hábitos que pueden ayudarte:
- Meditación.
- Ver menos redes/tv.
- Más actividades al aire libre.
Infórmate, ¡cuídate!