Alejandro Gutiérrez
El derribo de un globo espía chino el pasado sábado fuera de las costas de Carolina del Sur implica varios aspectos dentro de la política mundial, fuera de lo que pretende parecer un intento ridículo de China para espiar a Estados Unidos con una herramienta tan burda.
En efecto, el globo recorrió el Pacífico desde las islas Aleutianas en Alaska, alcanzó territorio estadounidense, lo recorrió de costa a costa y finalmente fue derribado por un sofisticado avión caza de última generación a 18 mil metros de altura. Los chinos pretenden que era un globo metereológico que se escapó de control.
No es el primer globo que mandan los chinos. Se reportan al menos 2 durante el gobierno de Trump y existen otros alrededor del mundo con el mismo propósito. Es un instrumento más dentro del programa chino de recopilación de inteligencia. Pero ni con mucho es su mejor herramienta, porque cuentan con satélites mucho mejor equipados y de difícil rastreo, además de aviones, por no mencionar la abierta actividad de agentes chinos y su labor dentro de territorio norteamericano.
Existe otro propósito menos abierto: minar el prestigio del presidente Joe Biden, que se tardó una eternidad en autorizar el derribo y lo ha dejado bastante mal parado frente a sus oponentes republicanos, en especial los de la línea dura de Donald Trump, que un día sí y otro también ridiculizan todo lo que haga el presidente. Está a punto de iniciarse el proceso para las elecciones del próximo año.
China le está efectuando parte del trabajo a Rusia. En efecto, hay que recordar que la elección de Trump contó con la abierta participación de instancias rusas para desacreditar a la candidata demócrata y posibilitar el triunfo del republicano. Una Rusia inmersa en una guerra ya muy prolongada y desgastante, en medio de una crisis económica aumentada por las sanciones de países occidentales, disminuye considerablemente su capacidad para refrendar su apoyo e intervención a fin de que repita su amigo.
Las cosas no marchan bien tampoco para los chinos; el secretario de Estado Antony Blinken ha pospuesto un viaje a ese país como reacción al globo intruso, sumado a las crisis sanitaria y económica, lo que incrementa su hostilidad al gobierno de Biden. La jugada del globo espía representa una tirada de varias bandas para posicionar y afianzar una situación desventajosa, tanto para China como a Rusia.