El sábado pasado, Irán fue atacado por drones en varios puntos. Al siguiente día, un convoy de 25 camiones con armamento iraní fue destruido muy cerca de la frontera entre Siria e Irak. Hay reportes de eliminación de oficiales de las Guardias Revolucionarias, una de las ramas de las fuerzas armadas de Irán. El Gobierno de este país ha admitido que fue atacada una de sus instalaciones, aparentemente fabricante de drones que se suministran a Rusia.
No es el primer ataque de este tipo contra Irán. Otros ocurrieron en mayo y otros más anteriormente, y en todos se cita a Israel como el que los ha emprendido.
La herramienta han sido cuadricópteros con explosivos y se menciona que han afectado además el programa de misiles balísticos iraní. Muy elaborados los ataques y escogidos los blancos. Hasta el momento no se reportan víctimas mortales.
Dañar el abastecimiento de drones iraníes a Rusia utilizados en su guerra de agresión a Ucrania no es el propósito principal, pero sí muy relevante. Israel ha resistido las presiones norteamericanas para apoyar a Ucrania y se ha mantenido al margen del conflicto.
Además de su alianza estratégica con Rusia, Irán ha estado alentado revueltas en Siria, Líbano, Yemen, Sudán y en la Franja de Gaza, creando y promoviendo focos de guerrillas radicales o abiertamente terroristas. Pero también ha estrechado vínculos con los gobiernos de Cuba y Venezuela. De sobra es conocido que estos últimos han auspiciado motines y protestas masivas en varios países de Sudamérica para afianzar el modelo populista de izquierda.
Lejos de tener una confrontación abierta, se puede observar en plenitud la operatividad de la denominada guerra híbrida, a través de instrumentos no identificables, que persiguen los objetivos políticos de sus impulsores dejando en la casi indefensión a las víctimas. Es claro que tanto Israel como Estados Unidos, sobre todo sus gobiernos populistas de derecha, tipo Trump, pretenden doblar al régimen iraní y han estado apoyando las protestas en este país; se trata de eliminar al régimen de los ayatolas y sus pretensiones armamentistas y nucleares.
Hasta el momento, no hay una reacción del Gobierno de Irán, que ha sido golpeado en forma selectiva y eficaz, pero esto no quiere decir que no la vaya a haber. La apuesta tiene sus riesgos, pero al parecer están muy bien calculados.