Iván Torres/Rotaciones
El gusto se rompe en géneros. Para algunos, el nuevo director técnico de la selección mexicana debe ser extranjero; para otros, mexicano. Lo que es cierto es que quien tome el control del Tricolor debe contar con un currículum probado, experiencia para dirigir en el campo de juego, para dirigir grupos, motivar, señalar carencias, promover cualidades, establecer objetivos a corto y largo plazo, autocrítica, liderazgo, personalidad y carácter para lidiar con factores externos e internos dentro del equipo de trabajo. Los candidatos o van apareciendo o se van ir descartando.
Hace algunos días, se mencionó a Miguel Herrera. De temperamento probado, él cumple con muchas de las características enlistadas, pero creo que pasó su tiempo. Sabe, conoce al jugador mexicano; sin embargo, su manera de dirigir en el terreno de juego cambió. Ya no es el entrenador que juega con la visión de dar espectáculo, de ofrecer riesgos calculados, ir hacia delante y buscar meter siempre más goles que el rival. Me parece que lo mostrado recientemente como director técnico de Tigres lo cambió en el sentido de ser precavido, puntista y, por momentos, abnegado.
Después de lo que mostraron diferentes equipos en la Copa del Mundo, nuestro equipo mexicano tendría que ser como Marruecos, Croacia o alguno de los que sorprendieron con su astucia como Japón o el propio equipo de Suiza y Corea del Sur. Es decir, el entrenador nacional tendrá que contemplar lo nuevo mostrado por las selecciones para estar a la altura del siguiente proceso.
Se vale echar sobre la mesa las cartas. Están el nombre Jaime Lozano, medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio; Guillermo Almada, quien actualmente dirige a Pachuca; Fernando Ortiz, del América; el propio Nicolás Larcamón, quien dirigió al Puebla, e Ignacio Ambriz, un hombre con varias finales y títulos en los últimos años. La baraja es amplia y la decisión es para tomarse con calma, aunque el tiempo establece que tres años y medio son perfectos para lograr buenos resultados.
A quien se elija, se tiene que respaldar con voluntad y trabajo de los agremiados. No se pueden cometer los errores del pasado y menos si el próximo mundial será en América del Norte.