Mario Maraboto
La visita de un presidente de los Estados Unidos a cualquier parte, dentro y fuera de su propio territorio, siempre está rodeada de una serie de acciones precedentes por parte del servicio secreto, que se intensificaron especialmente después del asesinato del Presidente Kennedy.
El actual Presidente de aquel país llegó a México el pasado domingo y ello implicó una serie de medidas que tuvieron que modificarse de última hora para aterrizar en el AIFA por “amistad y diplomacia”, según el presidente López. Y es que el Servicio Secreto, como decimos en México, no da “paso sin huarache”.
Un artículo publicado en el diario The Oregonnian, con relación a la protección del presidente cuando viaja, narra lo que Ronald Kessler, autor de 21 libros sobre el servicio secreto, la CIA y el FBI y Jeffrey Robinson, co-autor de An Agent’s Life Inside the Secret Service, aprendieron de su contacto con agentes especializados.
En cuanto se confirma un viaje presidencial, agentes del servicio secreto visitan el lugar de destino para determinar rutas, identificar hospitales cercanos en las rutas, y posibles locaciones seguras en caso de un ataque a la comitiva. Horas antes de la llegada del presidente, verifican con perros los autos estacionados cerca de los sitios de parada (como el hotel) y asegurar que no se estacionará ningún carro-bomba.
Robinson explica que los agentes secretos se aseguran de que el president no se mueva a más de diez minutos de algún hospital y que en los hospitales probables siempre haya un agente listo para coordinar cualquier emergencia. Por su parte, Kessler explica que antes de que aterrice el avión presidencial (Air Force One) un avión similar aterriza en algún lugar secreto, en caso de que algo suceda con el avión oficial.
Durante los traslados por tierra, se cierran carreteras y, cuando el presidente llega al hotel, lo más probable es que no utilice las puertas principales, sino que empleen las de áreas de servicio y sus elevadores. En el piso en que se alojará, ya habrá cordones de seguridad y estarán bloqueadas algunas habitaciones tanto en ese piso como en el superior y el inferior.
Entre la comitiva presidencial, existe un equipo de contraataque del Servicio Secreto, que es la capa más equipada de la caravana y viaja junto con otras fuerzas detrás del automóvil que transporta al presidente. Un exagente le dijo a The Washington Post que el equipo de contraataque no sólo escanea el perímetro, sino que también está equipado con chalecos de combate y rifles masivos. Y ni que decir del auto presidencial conocido como “la bestia” y toda la tecnología de seguridad que lo rodea.
La Cumbre de las Américas se anunció el pasado noviembre; desde ese momento empezaron a llegar a México miembros del servicio secreto para tomar todas las medidas descritas (y muchas más). En efecto, por la tarde del domingo se cerró el Circuito Mexiquense y se bloqueó la autopista México-Pachuca, lo que generó caos y desesperación entre quienes regresaban de vacaciones a la ciudad de México. Dato curioso: a la comitiva presidencial le tomó una hora el traslado desde el AIFA hasta el hotel en Polanco, cosa que a un pasajero “normal” le toma el doble de tiempo. No obstante, el Air Force One de inmediato voló al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, desde donde Biden saldrá del país.
Cambiar de aeropuerto por un capricho presidencial fue poner en riesgo la seguridad del invitado especial.