Juan Carlos Sámano/El segundo aviso
Es aquí en la Edad Moderna donde da inicio la selección del ganado, actividad que fue encomendada a los “carniceros” a fin de que eligieran entre las vacadas los más fieros y bravos, aquellos que de alguna manera destacaran por su estampa y agresividad.
Este proceso de selección fue relativamente lento entre los siglos XV y XVIII, y el hecho de seleccionar los encierros más cercanos al lugar de los festejos, fue propiciando el nacimiento de las castas fundacionales, tales como la Navarra y Jijona en la zona de La Mancha, y alrededor de la localidad de Utrera, en Andalucía, aparecen las castas Cabrera, Gallardo Vazqueña y Vistahermosa.
Es así como en el siglo XVIII, las corridas de toros pasaron del primitivo alanceo a realizar suertes más complejas, con la monta a la jineta, dando paso al rejoneo como lo conocemos hasta ahora. En éste mismo siglo XVIII, el Siglo de las luces en España, se dio un cambio definitivo. Los mozos que auxiliaban a pié a los caballeros durante su enfrentamiento con el toro, consiguen tal éxito con sus lances que pasaron de ayudantes secundarios a protagonistas del espectáculo. Los gustos cambian y los plebeyos desplazan a la aristocracia y surge el toreo donde un hombre se enfrenta a un toro con una serie de maniobras circenses, sin faltar el saltarlo, banderillearlo o montarlo.
En esta etapa destaca “Pepe-Hillo, “Costillares” y Pedro Romero como los matadores que de alguna manera fijaron las reglas y el estilo de la corrida de toros actual. La evolución del toro se convierte en un proceso constante y hasta cierto punto inacabado, ya que va de la mano la evolución de la raza de lidia a los cambios en el arte de torear. El hecho de pasar del toreo a caballo al toreo a pié, requiere de la búsqueda de animales que se adapten mejor a las medidas y posibilidades del diestro. El cambio en la forma de concebir la lidia lleva a buscar nuevamente un toro que se adapte a ella.
Posteriormente, se empieza a hablar del “arte” del toreo, por lo que se requerían animales que embistieran, que siguieran el engaño de la muleta, por lo que se rechazan con esto, los más fieros y violentos. Diestros como “Cúchares” y “Guerrita” fueron los que basado en su dominio del escalafón, cambiaron la lidia y muerte del toro en este sentido. Las ganaderías tendrían que seleccionar su ganado a través de tentaderos.