Fernando Islas
Finaliza un 2022 marcado por el aumento de la inseguridad en nuestro Querétaro, siendo francos, desde hace varios años, la percepción de vivir en un lugar seguro se ha ido diluyendo de forma paulatina. Los robos casa habitación, feminicidios y sucesos que denotan la presencia del crimen organizado, son eventos que se suscitan cada vez con mayor regularidad. El discurso de las autoridades es el de siempre, empieza con una supuesta mayor inversión en seguridad, continúa con el clásico “el estado está blindado” y termina con un indignante “son casos aislados”, el punto es que desde la pasada administración y aún en la presente, nadie sabe a ciencia cierta que sucede, cómo puede combatirse este cáncer que está acabando con la poca paz social que teníamos y mucho menos hay algún personaje que asuma la responsabilidad.
Se acaba un año donde el gobernador puso su renuncia en la mesa de un periodista conocido por sus montajes, cuando al mismo tiempo iniciaba una búsqueda de chivos expiatorios, donde de manera infame le arrancaron más de 5 meses de su vida a Cuauhtémoc Galindo, al inculparlo de los trágicos sucesos del Estadio Corregidora. Vaya cuentas pendientes que deja el año viejo.
Cerramos este año con un tráfico vehicular que está llevando a la ciudadanía a vivir en una crisis permanente, causada por obras sin pies ni cabeza. No me queda más que decirle a usted, estimado lector, que deseo de corazón que 2023 sea un año un poco más esperanzador que el que se queda en el camino, al final del día, los costos los pagamos las y los ciudadanos.