Continúa la lucha contra la perversa reforma electoral impulsada por López Obrador. Después de que la Cámara de Diputados rechazó la reforma constitucional, Morena presentó su plan B contra la democracia, iniciando un proceso que, en la jerga parlamentaria, se le conoce como ‘ping pong legislativo’, pues se va rebotando entre ambas cámaras, diputados y Senado, hasta que se apruebe, se deseche o ‘se congele’.
La propuesta oficialista contiene, entre otras cosas, lo que he llamado dardos envenenados contra el INE, la posibilidad de que el presidente López y sus ‘corcholatas’ hagan proselitismo en tiempos electorales y con recursos públicos, al tiempo que se impulsa una amenaza a la libertad de expresión de la oposición y de los ciudadanos.
Como ya les había contado, esta reforma fue hecha al vapor y contenía, además de un sentido claramente regresivo, muchas fallas de forma, incluyendo faltas de ortografía, por lo que al recibirla en el Senado, se hicieron múltiples correcciones, sin que se anulara su objetivo de favorecer a los candidatos de Morena para 2024.
En el Senado, además, se incluyó, como condición del PT y el Verde para dar su apoyo a Morena, una disposición conocida como ‘cláusula de la vida eterna’, que permite transferir votos de un partido a otro mediante un convenio, para evitar que pierdan el registro por no alcanzar los votos suficientes, dándoles vida artificial.
Después, en este ‘ping pong’, la reforma se regresó a la Cámara de Diputados, quienes rechazaron dicha ‘cláusula de la vida eterna’, por lo que se devolverá, otra vez al Senado.
De nuevo, la Cámara de Diputados incurrió en una serie de violaciones procesales, pero suponiendo, sin conceder, que esto no afecte al proceso legislativo, el Senado solo podrá aceptar o rechazar los cambios hechos; ya no podrá hacer modificaciones.
Si el Senado lo acepta, se enviará al Ejecutivo para su promulgación. Si se rechaza, el presidente López podrá promulgar el resto del plan B.
Sin embargo, para cuando los diputados votaron, el Senado ya había clausurado su periodo de sesiones, por lo que el siguiente paso del ‘ping pong’ tendrá que esperar hasta febrero, o bien que se busque un periodo extraordinario en enero de 2023.
Desafortunadamente, el plan B indudablemente verá la luz, así que la oposición tendremos dos acciones a continuación: impugnar ante la Suprema Corte las disposiciones inconstitucionales y apoyar al INE en todo aquello que, siendo legal, será ilegítimo, antidemocrático y dañino para nuestro país.
Este partido pronto concluirá, pero el torneo por la democracia y por un México mejor continuará, siendo la partida fundamental las elecciones presidenciales de 2024. Aún tenemos mucho por hacer.