Enrique Álvarez/Crónicas mundialistas
La pausa de futbol entre la semifinal y la final me permite escribir de temas extra futbol y hoy es el caso. Cuando escribo esta columna faltan 2 días para la final de la Copa del Mundo y en el campamento francés hay una alarma encendida. Theo Hernandez y Aurelien Tchouameni se encuentran entrenando de manera separada por golpes . Pero esto no es lo grave. Lo que preocupa a los galos es que hay 5 jugadores con fiebre y los síntomas son de la enfermedad conocida como “El Virus del Camello”, una variante de coronavirus de la región de Arabia.
En la carrera por levantar la Copa Fifa, hay de todo, y no sabemos si es una nota 100% verídica, si los jugadores solo sufren un resfriado y la nota se ha magnificado, o si incluso pudiera ser algo más grande y no desean darlo a conocer. La guerra mediática también es parte del partido, y pudiera ser una estrategia gala.
Y también debemos considerar que en la búsqueda del título los entrenadores usan todo su arsenal sin importar las condiciones. Basta recordar que en 1998 Ronaldo saltó a la cancha después de rumores que decían que el fenómeno había sufrido una convulsión tan solo un día antes del partido. El título lo vale todo, incluso a la luz de los hechos, vale más que la salud del jugador.
Por ello no sería extraño ver saltar a la cancha a los jugadores de quienes se rumora tienen fiebre. Esto es una guerra deportiva, pero guerra al fin, y los entrenadores no se tocarán el corazón para lograr el objetivo.
Los aficionados tenemos una gran ventaja: Francia y Argentina atacan mejor de lo que defienden. No pueden salir a cuidarse. Tienen que salir a hacer lo que saben: anotar goles.