Alejandro Gutiérrez Balboa
Al día 282 de la invasión rusa a Ucrania, las probabilidades de una guerra prolongada crecen, a pesar del incremento de los bombardeos rusos a objetivos civiles que pretenden destruir la moral y la capacidad de resistencia ucraniana.
La contraofensiva ucraniana que ha recuperado varias zonas ocupadas por los rusos ha envalentonado a los defensores de la invasión cuyo objetivo claro es el desalojo no sólo de las provincias anexionadas, sino también de Crimea. La meta, con todo, se ve remota.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenski, ha urgido a las potencias occidentales a suministrarle equipo necesario para llevar a cabo su objetivo. Como se sabe, el equipo militar ucraniano consistía originalmente en reminiscencias de material de la era soviética y en los inicios de la invasión, varios países de la ex cortina de hierro le suministraron lo que tenían de equipo similar para reponer las pérdidas ucranianas.
Con el tiempo, la ayuda occidental fue llegando a cuentagotas y lo fuerte del equipo actual ucraniano consiste en material ruso capturado. A decir de Zelenski, Ucrania tiene la moral y las tropas, lo que necesita es equipo.
A Ucrania le urgen artillería, tanques, aviones y misiles. El sistema Himar (que es el acrónimo para el sistema móvil de artillería de cohetes), un lanzador norteamericano de artillería misilística que ha devastado puestos de mando y depósitos de municiones rusos, para el que los rusos no tienen defensa ni contraparte, les ha sido suministrado apenas en poco más de una docena y con ello han causado estragos entre las tropas invasoras.
Inglaterra ha prometido también apoyo, pero entre los liderazgos occidentales existe la duda de si a pesar de estos suministros, los ucranianos serán capaces de alcanzar la victoria, si será posible recuperar todo el territorio invadido y además Crimea, y a qué costo.
Por desgracia para Ucrania, una guerra prolongada también desangrará a Rusia y le producirá fuertes discrepancias y tensiones políticas internas, probablemente la caída de Putin, y ese también es un objetivo apetecible para las potencias occidentales. No sólo se trata de lograr objetivos políticos y militares. También está, por encima de esas consideraciones, salvar vidas humanas, de ambos bandos.