Hugo Lora
El país está dividido en dos: lo que es blanco para varios, es negro para otros; lo bueno para muchos, es malo para los demás; y parece ser que el punto de quiebre es uno solo, apoyar o no al presidente. Todo lo anterior perfectamente interpretado dentro del marco de las últimas dos marchas que se dieron cita en Paseo de la Reforma. Lo más irónico es que la meta de todos es exactamente la misma: un mejor país.
Por un lado, tenemos un movimiento que tiene un diagnóstico preciso de la situación social tan precaria que existe en nuestro país; por el otro, uno que busca instituciones sólidas que nos representen a todos los mexicanos. Uno busca terminar con la corrupción y el otro que el servicio público sea meritocrático y profesional. Pero la polarización no viene de lo bueno, todo lo contrario.
Cómo resultado tenemos dos fuerzas, parecidas en magnitud, queriendo llegar al mismo lugar, pero avanzando en direcciones contrarias. ¿Qué nos espera? No podernos mover a ningún lado.
Tenemos que recordar que nuestro país es mucho más grande que una persona o un movimiento político. Luchemos por un país más equitativo y justo. México nos necesita a todos para llegar a convertirse en lo que siempre ha estado destinado a ser, un ejemplo mundial.