El Consejo Supremo Electoral de Nicaragua acaba de declarar oficialmente que el partido gobernante, el Frente Sandinista, ganó todas y cada una de las 153 alcaldías que fueron votadas el pasado 6 de noviembre. Carro completo, como corresponde a las dictaduras.
El Consejo Supremo Electoral es el organismo encargado de organizar, convocar y dirigir todos los procesos electorales del país, además de emitir oficialmente los resultados y decretar la validez o nulidad de los comicios. Desde luego, está muy lejos de ser autónomo y obedece las órdenes del dictador Daniel Ortega, quien controla por entero el aparato electoral.
Otra triste realidad en Nicaragua es que en estas elecciones hubo una abstención del 82.7 por ciento del universo electoral, compuesto por 3.7 millones de ciudadanos. Esto, a pesar de la coacción al voto ejercido por el Gobierno, además de abundantes recursos derramados para llevar a las urnas a ciudadanos y sus familias. El principal partido opositor, el Partido Liberal Independiente, ha sido completamente eliminado por el dictador centroamericano y los otros partidos existentes son satélites del partido en el poder.
En las anteriores elecciones de 2017, el Frente Sandinista obtuvo 135 de las 153 alcaldías. Pese a ello, el pasado julio, cinco de ellas fueron tomadas militarmente para eliminar los gobiernos opositores; ahora Ortega fue por todo.
En 1999, cuando Ortega era opositor, pugnaba por el pluripartidismo y por un sistema parlamentario. Hoy que es gobernante, se olvida de ello y elimina cualquier rastro de oposición. Lo mismo que cualquier mesías bananero.
La corruptísima dupla de Ortega y su mujer, desde que llegaron al poder en 2007, han eliminado a toda la oposición, han perseguido a la Iglesia, encarcelado obispos y sacerdotes, en su afán de consolidarse en el poder mediante un régimen autoritario y totalitario. Solo le falta modificar la Constitución para lograrlo, algo que hará próximamente.
El nuevo Somoza cuenta con el apoyo de sus pares antidemocráticos de Venezuela, Cuba y México. Hasta el izquierdista presidente chileno, Gabriel Boric, ha condenado la farsa electoral de Ortega, además de diversos dirigentes y organismos democráticos de todo el mundo. Así son los dictadores: demagogos, mentirosos y corruptísimos, a pesar de que se presentan como inmaculados. A tomar nota.
MT