Hugo Lora
Decidir no es un derecho con el que todos los mexicanos hayamos nacido. Fue producto de años de lucha, causas silenciadas y vidas perdidas. La democracia se consolidó en México hasta 1996, siendo esta más joven que dos terceras partes de todos los mexicanos. El haber nacido con ella nos compromete más con su defensa, sabiendo que alzamos la voz hoy para que los mexicanos del mañana tengan el mismo privilegio.
El ahora Instituto Nacional Electoral (INE) ha garantizado la legalidad y competencia en más de 300 elecciones en los últimos 26 años, dándole a distintas causas sociales la posibilidad de llegar al poder y dejar su huella. Aunque estemos de acuerdo o no con lo que hagan nuestros funcionarios electos, el derecho a la elección es el que todos debemos de defender con la misma pasión y entrega que las personas que nos lo dieron.
La razón de existir del INE fue que el Poder Ejecutivo no tuviera injerencia en los procesos electorales a nivel federal, estatal y municipal. Hoy, la reforma electoral amenaza esta imparcialidad regresando a la Secretaría de Gobernación la administración, organización y vigilancia de las elecciones. El tener como juez y parte al Poder Ejecutivo implica un riesgo grande para nuestra democracia.
Hoy, dedico esta columna a los cientos de miles de mexicanos que el día de ayer salieron libremente a las calles a defender al INE. La voz de todos hará eco en las Cámaras del Poder Legislativo.