Sergio Arellano/Asesor en Derechos Humanos
@siarellano5
En un momento tan complicado para la violencia de género y la falta de oportunidades para las mujeres, tomaron protesta 87 juezas de distrito. Lejos de un nombramiento, constituye un avance en materia de paridad ya que se acostumbraba en la vieja usanza, que solo los hombres podían acceder a estos puestos de impartición de justicia.
Podemos tomar como grandes ejemplos de mujeres juzgadoras como el caso de la Ministra, Clementina Gil de Lester, quien fue la primera mujer que llegó a ser Magistrada Presidenta del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México; quien además llegó a la Suprema Corte Justicia de la Nación y, actualmente, el edificio sede de los juzgados familiares en la capital mexicana, lleva su nombre en reconocimiento.
Ahora bien, estimada o estimado lector, no podemos perder de vista que, los estados de la república, tienen la encomienda de promover la participación de las mujeres en el poder judicial de índole local. Entre 2011 y 2018, el INEGI dio a conocer a través del censo nacional de impartición de justicia, que la métrica en cuanto a nombramientos de mujeres juzgadoras, no tenía grandes avances. No podemos olvidar que solo 14 mujeres han llegado al máximo tribunal en un periodo de 200 años; pocas han logrado avanzar en su carrera judicial.
Estoy de acuerdo que la igualdad tiene que darse sin importar el género o cuotas establecidas en un 50% como es el caso del Congreso de la Unión o las gubernaturas, sin embargo, bien sabemos que los estereotipos y el estigma, provoca una línea divisoria bastante grande que ameritan tales medidas. En suma, estamos transitando por un camino más justo con este nombramiento de 87 mujeres juzgadoras; lo que falta es que la seguridad jurídica se vea beneficiada como una extensión de lo primero.