Yamile David
Guste o no, el feminismo adquiere cada día mayor fuerza. Los derechos de las mujeres pareciera que están en todas las agendas políticas (por lo menos en discurso y papel) y la demanda por la inclusión, protección y respeto es cada día más grande.
Lo que resulta interesante es cómo los partidos de izquierda y derecha asumen y respaldan el feminismo. El cruce entre género y populismo debe ser el centro de una agenda de investigación sobre igualdad social y política actual.
Recordemos que el populismo emerge en condiciones favorables, normalmente cuando hay un descontento con las élites o partidos tradicionales que dejan fuera a una gran mayoría y en el caso de mujeres, la población con nivel socioeconómico bajo es el mercado meta, por cantidad.
Vemos que la concepción de género puede ser anti-feminista y pro-derechos simultáneamente. El discurso de género suele ser para legitimar, para atraer más simpatizantes, pero en la práctica la realidad es diferente pues reivindican ciertos derechos para las mujeres, pero no universalmente.
Cada vez se planten mayores programas enfocados a “empoderar” a la mujer, pero muchos de ellos lo único que hacen es reiterar el estereotipo: talleres de costura, repostería, clases masivas de zumba. La imagen del programa color rosa, con mujeres riendo. Insisto, reiterando el estereotipo, pero cuando hablamos de derechos, es otra cosa. El aborto, por ejemplo. Dentro del feminismo de derecha tenemos el “sí, te “apoyo e impulso, mujer”, pero no te otorgo todos los derechos. Un doble discurso.
Mismo caso sucede con los partidos de izquierda, donde la relación con el feminismo es agridulce, de desencuentros.
Se necesita una visión integral, transversal, donde se garanticen los derechos universales, no solo acciones que sumen capital político.
La realidad nos está rebasando, la violencia de género aumenta de manera alarmante en todos los niveles socioeconómicos y la voz de las mujeres exigiendo a gritos respeto y garantía de sus derechos, entre ellos la justicia, es algo que no se va a terminar dando más de lo mismo. El populismo feminista tendrá que traducirse más en acciones que en discurso de masas.