Disrupción es la palabra que parece estar de moda y que aparece en repetidas ocasiones en proyectos, discursos y presentaciones; tanto personales como en múltiples instituciones. Últimamente todos somos disruptivos, atrevidos y valientes en propiciar cambios radicales en la forma de hacer las cosas, pero ¿en realidad lo estamos logrando?
La disrupción, que según la rae (Real academia de la Lengua Española) significa rotura o interrupción brusca; se vuelve una palabra hueca si no entendemos que para que tenga impacto, debe ser acompañada de diversidad y colaboración, y complementarse con creatividad e innovación; más aún, es un concepto que se puede aplicar en distintos ámbitos como en la familia, la educación y en la labor institucional.
La diversidad y la colaboración son ingredientes esenciales de la disrupción. ¿Cómo promover algo nuevo si el único referente soy yo mismo? ¿Cómo asegurar que todos están incluidos si no escucho otras voces? Tomar en cuenta todos los puntos de vista, permitir ideas, tal vez opuestas; fortalece y brinda una panorámica 360 de la situación, y me asegura que nadie se verá afectado con el cambio.
La creatividad e innovación también se necesitan si queremos ser disruptivos. ¿Cómo hacer borrón y cuenta nueva si no tenemos elementos para crear lo nuevo?, ¿Si no hemos desarrollado la habilidad de pensar fuera de la caja?
Disrupción es una palabra hueca si no la acompañamos de diversidad, colaboración, creatividad e innovación; y su impacto será intrascendente.
MT