Claudio Sarmiento
Hoy comienza la segunda etapa de la construcción del Paseo 5 de Febrero (P5F), que cierra los carriles centrales de la avenida para desmantelar sus puentes vehiculares. La dinámica de la ciudad cambiará por completo. No me refiero a la “nueva movilidad” que portenta el proyecto, sino a los largos meses de obra en los que se nos solicita a los queretanos paciencia, tolerancia, comprensión y grandes esfuerzos para adaptarnos.
El Gobierno del Estado nos pide usar más el transporte público y escolar, compartir el automóvil, salir más temprano; y, aunque ha tomado medidas para facilitar esto, puede que sean insuficientes para mitigar la inminente congestión vehicular. ¿Dónde están las políticas de trabajo remoto, de mixtura de usos de suelo para acortar distancias, de promover los viajes ciclistas y peatonales seguros? Al final, el PF5 busca atender un problema creado por la misma apuesta al automóvil con la que busca solucionarlo: la creación de nuevos deprimidos, pasos a desnivel y entronques tienen como objetivo aumentar el flujo vehicular.
Será todo un experimento social el cercenar la movilidad automotora sin promover sus alternativas. Si se logra o no, es perentorio monitorear esta “nueva movilidad” durante los meses de obra, porque demostrará de lo que somos capaces los queretanos ante elecciones difíciles de traslado y hábitos urbanos. Esta vez no me refiero al tiempo de obras, sino a la crisis del cambio climático que tiene repercusiones mucho más apremiantes que un Paseo.
MT