Mario Maraboto
Una nueva ocurrencia presidencial revelada por los hackers Guacamaya (ahora ya se dice que “hay guacamayas en el alambre”), es la creación de una nueva aerolínea de pasajeros operada por la Secretaría de la Defensa con la renta de 10 aviones, y el rifado sin rifa avión presidencial.
Esta aerolínea buscará “dar servicio a ciudades en donde no llega ninguna línea aérea”, expresó el presidente, a quien seguramente nadie le explicó que si no hay servicio aéreo en algunas ciudades es porque comercialmente no son un destino rentable.
Me parece que este proyecto, al igual que el del tren maya o la refinería de Dos Bocas, carece de una real planeación, y lo único que va a generar es mayor burocracia y desperdicio de recursos económicos que podrían canalizarse a la salud o la seguridad.
Con sus ocurrencias, el presidente nos está regresando a tiempos en los que las empresas propiedad estatal fueron un fracaso y ocasión de corrupción, y sólo probaron que el Estado es pésimo administrador de empresas. Recordemos que Luis Echeverría: incorporó al Estado varías industrias en diversos sectores, incluido el de Aviación, que sólo generaron un gasto público excesivo, nulos ingresos y, tarde o temprano, la quiebra. Multiplicó los organismos públicos y la burocracia y, aunque en 1973 hubo crecimiento como país, la inflación empezó a ser de dos dígitos.
Con José López Portillo las empresas administradas por el gobierno totalizaron 11,150 en ramas como petróleo, minería, electricidad, telefonía, comunicaciones, ferrocarriles, aviación, química, automotriz, acero, azúcar, bienes de consumo duradero, banca, comercio y diferentes servicios más, incluidos cines.
Salvo algunas excepciones, prácticamente todas las empresas creadas y administradas por los gobiernos federales han ido a la quiebra o viven hasta que termina el sexenio en que fueron creadas. Pasó, entre otras, a Aeroméxico y a Conasupo. En este sexenio ya le sucedió al Insabi y podría ocurrir con Litiomex.
Generar nuevas empresas sin un real estudio de mercado y sus respectivas corridas financieras sólo lleva a déficit en las finanzas públicas, generación de monopolios, potencial corrupción o mega fraudes (como en el reciente caso Segalmex) y rescates por cuenta de los contribuyentes fiscales.
La creación de la mencionada aerolínea puede tener la misma suerte que los organismos creados hace 50 años: el fracaso a un alto costo financiero.