Alejandro Gutiérrez Balboa
Los partidos y los políticos tradicionales están a la baja en el mundo. Despreciados, ineficientes, culpados por sus pobres o nulos resultados, plagados de corrupción, han visto al electorado darles la espalda, sobre todo los jóvenes. Por ello están ganando los populistas o los políticos nuevos que se presentan con nuevas propuestas, que venden futuro y esperanza.
Esto es lo que explica la victoria el domingo pasado de Giorgia Meloni en Italia. De inmediato, ha sido señalada como neofascista, de extrema derecha, como una amenaza al status quo, o como alguien sin experiencia. Sobre todo la izquierda ha sido la que más se ha ensañado en contra de la candidata italiana triunfadora.
Comprensible ante alguien que defiende la familia, la identidad nacional, que está en contra del aborto, de la ideología de género, de la migración incontrolada. Se la ha señalado de insegura, frustrada, obsesiva. En realidad se identifica con lo que se ha llamado “derecha alternativa” y que tiene como representantes a Donald Trump, Jair Bolsonaro, Viktor Orban, Marine Le Pen, el partido Vox español o el actual gobierno de Polonia.
Nacionalistas, adversarios de la globalización y organismos supranacionales; proclives a ideologías conspiracionistas, han resultado tan populistas como sus contrapartes de izquierda: polarizadores y usuarios sin escrúpulos de la postverdad para posicionar su discurso y su forma de ver el mundo.
Muchos votantes jóvenes se identifican con ellos al ser defensores de valores con los que se identifica el conservadurismo pero sus resultados como gobernantes (Trump, Bolsonaro) son muy escasos y han terminado decepcionando las esperanzas puestas en ellos. Con todo, es innegable el arrastre que logran.
Los populismos, tanto de izquierda como de derecha, se han presentado como la respuesta a los políticos tradicionales causantes del estancamiento económico y de la serie de ineficiencias que provoca la corrupción. Pero tampoco han logrado resolver el problema. Trump hizo más pequeño su país y logró que perdiera liderazgo mundial, contrario a lo que prometió. En Brasil chocarán los 2 tipos de populismo el 2 de octubre.
El elector está harto de promesas vanas y falta de resultados concretos. Los políticos han fallado al afanarse sólo por el poder, olvidando o mintiendo en sus supuestos compromisos. El camino parece pavimentado para outsiders.