Javier Esquivel
Como nunca antes una expresión tiene tanto sentido para la sucesión presidencial mexicana de 2024 y es la que refiere que una persona o un grupo de ellas cuentan con amplias e insuperables ventajas sobre otras.
Ir en caballo de hacienda para la y los aspirantes de Morena parece ya una inmutable condición ante el permanente y continuo deterioro de la oposición. No hay hasta el momento encuesta que documente lo contrario.
La y los presidenciables de la 4T cuentan con importantes elementos y circunstancias que les permite, con gran facilidad, aumentar su nivel de conocimiento e intención de voto.
Cualquier otro aspirante de la lastimada alianza Va por México o de Movimiento Ciudadano quisiera tener por lo menos la mitad de esas condiciones para ser competitivos.
Las tres cartas fuertes de Morena cuentan con la facilidad de construir escenarios mediáticos proclives necesarios y suficientes para ganar visibilidad a nivel nacional. Cada acto de gobierno y cada entrevista del área de su responsabilidad o del tema de coyuntura es una oportunidad que no dejarán de aprovechar.
El contar con una estructura de difusión que hace comunicación de gobierno y electoral al mismo tiempo siempre es una ventaja competitiva nada despreciable.
Las preferencias electorales hacia sus personas hacen ver que la comunicación de campaña permanente desde el gobierno opera bien, pero funciona mejor su equilibrismo para no violar la ley.
La propia inercia del gobierno de una ciudad o de los asuntos internos o externos del país implica solo seleccionar los medios de comunicación donde aparecer y cuales relegar para futuras entrevistas.
Además, cuentan con el cobijo de la estrategia de comunicación del Gobierno Federal por la que a diario se fijan los temas de la agenda nacional, que sin miramientos les comparte y ofrece del anhelado protagonismo presidencial y, se construyen los distractores necesarios para centrar la atención pública donde más conviene.
De igual manera, son beneficiados del método de selección para su futura nominación y una vocería electoral que no solo defiende, sino que también ataca y contraataca al rival.
Su partido, Morena, les ofrecerá también una fuerte estructura electoral que ha construido en los últimos años. Las gubernaturas ganadas por ellos y sus aliados ofrecerán a quien resulte candidato o candidata un ejército territorial que hasta ahora parece insuperable.
Del mismo modo la y los presidenciables de la Cuarta Transformación son ampliamente beneficiados de la aguerrida estrategia política con la que se ha fracturado a la oposición y se han echado a tierra y sepultado todas las aspiraciones de algunos otrora suspirantes.
Ante esta situación las y los posibles aspirantes opositores prefieren el anonimato, optar por ser cautas y cautos y no exponerse a la cargada legal, política o mediática que merme no solo su aspiración electoral sino su futuro político.
Por consiguiente, la y los aspirantes presidenciales solo deberán construir cuidadosamente una estrategia con todos los elementos descritos, actuar con coherencia y cautela para no cometer errores.
Ir en caballo de hacienda siempre se traduce en una gran posibilidad de mantener para el régimen otro sexenio más frente al gobierno federal, aun cuando más, la oposición luce dividida, llena de desconfianza entre ellos, sin programa y sin aspirantes serios decididos a internar dar la batalla, pero sobre todo con la moral baja.
Apunte del consultor
Los resultados de las elecciones de 2023 podrán ser el aliciente necesario para que el caballo de hacienda apresure vanidosamente el paso o mire de reojo que en contienda pudiera existir algo de competencia.
@Javoesquivel