Javier Esquivel
El primer periodo ordinario del segundo año de la LXV Legislatura arrancará el próximo 1 de septiembre con varios temas pendientes, entre estos la iniciativa sobre la Guardia Nacional, el desafuero del presidente del PRI y la reforma electoral.
No obstante, con la apertura de este nuevo ciclo al Congreso de la Unión se le presenta una nueva oportunidad para mejorar tres indicadores en los que históricamente han sido mal evaluados por la gente: percepción de confianza, aprobación de los trabajos legislativos y opinión de sus integrantes.
Recuperar la confianza ciudadana como institución ha sido el reto más difícil que no se ha podido superar en las últimas dos décadas y al que menos atención presentan las autoridades e integrantes del Congreso.
Sin importar que partido político gobierne o cuál tenga mayoría y a pesar de que la gente manifiesta en la totalidad de las encuestas que el Congreso de la Unión como institución es la peor calificada en este rubro parece no estar en sus prioridades.
Existe un abandono total de este indicador a pesar de que la constante en los estudios de opinión es que las personas que representan la cámara baja son los personajes de la actividad política que más desconfianza generan y que peor saldo de opinión presentan, mientras que los de su colegisladora senatorial son las que más desaprobación presentan en sus trabajos.
A más de 20 años que se realizan las mediciones constantes de opinión pública sobre el desempeño global de los legisladores y legisladoras no existe encuesta en la que obtengan calificación aprobatoria ni estrategia para revertirla.
Investigaciones académicas en la materia resaltan que la credibilidad, confianza y buena imagen es fracturada cuando se percibe que los bandos dominantes de los partidos políticos y líderes parlamentarios anteponen sus intereses económicos y electorales sobre las agendas sociales.
Bajo esa óptica, la actual legislatura no ha sido la excepción, luego de su primer año no superaron las expectativas de ser gobierno ni de posicionarse como oposición. La actividad legislativa sigue siendo considerada por la gente encuestada como insatisfactoria.
Veamos si con el inicio del segundo año de trabajo legislativo y con las evaluaciones más recientes de su desempeño, hoy las y los integrantes del Congreso de la Unión buscan reposicionar su imagen y aumentar su presencia mediática para resarcir la opinión negativa que acumularon en conjunto en el periodo anterior.
Un buen paso para enfrentar el reto será hacer visible y representar en cabalidad la agenda social del México real, la que comprende las altas necesidades y problemáticas de los distritos electorales y de la ciudadanía.
La mayor responsabilidad de lograr esta misión recae más en el campo de las legisladores y legisladores de mayoría relativa. El desafío será hacer más perceptible su trabajo parlamentario a favor de la gente y equilibrar su participación en los temas partidistas de confrontación con el gobierno o con la oposición.
La tarea no es sencilla cuando en diversos análisis públicos sobre la actividad legislativa se demuestra también que son muy pocas las causas sociales las que tienen visibilidad en los espacios de deliberación legislativa o en los flujos informativos que se generan en los canales oficiales de comunicación del Congreso.
Legislar por el bien mayor y largo plazo por indicación presidencial o con moratorias constitucionales no siempre son las actividades que mejoran la aprobación ciudadana o las que más confianza generan cuando las necesidades de ser escuchado y de participar para resolver necesidades urgentes es más apremiante.
El nuevo ciclo parlamentario hace propicio el momento para que cada una de las y legisladores busquen romper esa hegemonía que han logrado los y las plurinominales con el estricto seguimiento y cumplimiento de las agendas políticas y ambiciones personales de sus dirigentes partidistas o de sus gobernadores.
Las reuniones plenarias preparatorias de los diferentes grupos parlamentarios, hasta el momento, han dejado pasar la oportunidad de hacer públicas las agendas y metas legislativas por las que trabajarán en este nuevo comienzo.
El contrapeso al gobierno, la revisión y fiscalización, la aprobación de presupuestos, las reformas constitucionales siempre serán igual de importantes cuando existe equilibrios de representación de minorías o abanderamiento y defensa de las necesidades ciudadanas.
Mejorar la imagen del Congreso mexicano con acciones contundentes debiera ser una de las prioridades de cualquier legislatura y lo es aún más cuando se cuentan con todos los recursos humanos y presupuestales para lograrlo. Sin embargo, ha sido omitido ese compromiso.
Apunte del Consultor.
La realidad de los congresos locales no es diferente al federal. Las y los legisladores estatales tienen en sus manos la oportunidad de fortalecer tanto su posicionamiento con comunicación estratégica y por ende las imágenes y reputaciones de sus Congresos.
@javoesquivel