Claudio Sarmiento
¿Está bien que el transporte público sea operado por privados? Hemos tenido esta conversación en el Consejo y mi respuesta sigue siendo que el transporte público, en efecto, debería ser público.
Aunque esto no necesariamente impide la participación de privados en este servicio de movilidad, sí se centra en la idea en que la movilidad es un interés público; es decir, el transporte público nos incumbe a todos, lo usemos o no. Al ser el medio más eficiente en ocupación de espacio, el transporte público aumenta la accesibilidad urbana, mejorando el traslado efectivo de todos quienes nos movemos por la ciudad. Esto parece contraintuitivo al ver cómo se manejan los autobuses en muchas de nuestras calles, pero la optimización de este servicio también implica la mejoría de la infraestructura peatonal, el mobiliario urbano y las condiciones laborales de las personas operadoras.
Por ello, existen pocos esquemas administrativos en donde la participación del Estado sea solamente un regulador. A menos de que las tarifas del servicio aumenten a precios inasequibles o que se demuestre que el interés económico del concesionario sea conducente al bien común, el gobierno debe funcionar como inversor.
En los últimos años, ciudades alrededor del mundo experimentan con transporte público gratuito además de mejorar el servicio. No es una medida altruista, sino de una estrategia para mejorar la productividad urbana, garantizar la salud de los habitantes y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
MT