Enrique Álvarez Garibay
@alvarezgaribay
Hay un equipo muy popular en Alemania llamado St. Pauli. Su ciudad sede es Hamburgo y juega en la segunda división germana.
La razón de su popularidad es su peculiar filosofía. El club tiene principios muy marcados donde la inclusión es su principal valor. El fascismo y el neonazismo son su principal rival y lo ataca abrazando la pluralidad, identificándose con minorías y apoyando personas que viven con carencia, segregación o marginación.
Con una filosofía social y poniendo como medio de manifestación el futbol, este equipo profesional ha ganado tanta simpatía que, sin importar sus resultados deportivos, acapara reflectores y fans.
Lo que hace St. Pauli merece todo un caso de estudio, pero lo traigo a colación porque en México hay varias instituciones que requieren priorizar su identidad para marcar un camino que fidelice a su afición.
Empecemos por Chivas, equipo que tiene por valor principal su nacionalismo y cuyo dueño anterior, para remarcarlo, agregó a sus estatutos que para jugar en Chivas no bastaba con ser mexicano de nacimiento, sino que era requisito ser elegible para la Selección Mexicana. El nuevo dueño ha puesto reversa y contrata a un mexicano que eligió jugar para Perú.
Sigamos con Gallos, un equipo cuya directiva no se expresa, no le responde a sus aficionados que invierten en pases anuales sobre el estatus de su bono de la temporada pasada, no tiene uniformes para vender y no les da certidumbre sobre el futuro del equipo.
Empieza a acabarse el espacio y me falta platicarles de San Luis y Mazatlán, otros equipos sin filosofía y sin principios visibles y establecidos.
La reflexión es, si tu afición conoce tus valores institucionales y se siente representado por ellos, te apoyará a pesar de tus resultados.