Daniel Lizárraga
Ante las adversidades que enfrenta el gobierno de Andrés Manuel López Obrador algunas veces no sabemos qué es peor: la mediocridad para operar sus propios programas o la inaudita incompetencia para comunicar.
Ejemplo de ello ha sido, sin duda, la cancelación temporal del portal Compranet, el sitio en el cual han aparecido las compras de las administraciones públicas federales, y en ocasiones, algunas estatales. El pasado 18 de julio, se informó que, ante problemas técnicos, dicha plataforma no funcionaría temporalmente. Y, ante ello, esgrimieron lo siguiente: “cabe invocar el principio jurídico de que a lo imposible nadie está obligado”.
¿Qué necesidad habría de escribir eso? El obradorismo, a veces, hace cosas que atentan contra su propio movimiento. Entregan una daga a sus recalcitrantes detractores. Si no hubieran colado esa frase habría menos polvareda; sin embargo, parece que eso es justamente lo que buscan, de otra manera es poco entendible. Armemos polémica para demostrar que tenemos la razón.
Además, el comunicado -por llamarle de alguna forma- deja cráteres informativos. ¿Cuáles problemas técnicos? ¿Alguna fecha para que el sistema regrese? ¿Habrá alguna mejora?
Este boletín hace que llueva sobre mojado: el 90% de las contrataciones del gobierno federal han sido por adjudicaciones directas, tienen mucha prisa. Desde el 9 junio del 2018, la OCDE publicó un informe sobre el Compranet en el cual advirtió que requería de una cirugía mayor, que no se ha hecho.
Reorganizar Compranet para hacerlo más eficiente, amigable y, sobre todo, completo sería lo mejor. Ideal para el desempeño de una democracia que se precie de serlo. Una oportunidad para demostrar que nada hay que esconder, como dicen desde Palacio Nacional.
Pero no. Hacen justamente lo contrario: difunden boletines que no informan. Sus comunicados son como una hoja parroquial que pide a sus feligreses hacer una renovación de su fe. De eso se trata, si el gobierno dice que “por tiempo indefinido” sin explicar qué pasa, es correcto. Así de debe tratar a los opositores. La dicotomía oficialista no mide consecuencias. Su miopía política es aguda.