Roberto Mendoza
Son tiempos interesantes dice cada vez que puede el presidente Obrador, inéditos, estelares. Lo asegura como si cuando acabara su mandato estuviera seguro que será recordado como uno de los mejores gobernantes del país. Tan seguro está de que habrá de dejar un gran legado que ya hay una serie de candidatos que supuestamente van a dar continuidad a la transformación de la vida pública del país.
¿Qué transformación ha pasado y qué proyecto se va a continuar? Luego de cuatro años de que poco más de 30 millones de mexicanos votara por el actual presidente, no hemos visto que el país genuinamente se transforme, lo que sí ha pasado es que hay problemas que se crearon o se agudizaron. Por ejemplo, en nuestro país había un diferencial entre pobres y ricos, que se venía arrastrando desde la época colonial y que se agudizó de manera ideológica mediante el cine y la televisión, hoy además de esta división el presidente ha sembrado un componente extra, el odio.
Durante estos cuatro años muchos compatriotas han caído en la desgracia de la pobreza y la respuesta del presidente no ha sido un rescate efectivo, sino un reparto de resentimiento, la idea del presidente es que la pobreza y sus miembros, los pobres, son buenos, pero nada más. No hay un esfuerzo del gobierno por mejorar la vida de nadie, ni tampoco una política publica para el bienestar o la felicidad a corto, mediano o largo plazo.
Lo mismo sucede con la violencia, no hay un plan, estrategia o una política para su efectivo combate, contención o prevención, lo que tenemos es una frase que pasa por la culpable moralidad cristiana donde los enfrentamientos, que usualmente provocan víctimas son demonizados; el presidente, alguna vez ha dicho que es historiador, pero poco comprende de la historia humana, los enfrentamientos provocan víctimas, pero rendirse ante los miembros del crimen causa la esclavitud de la maldad.
Este gobierno pensó en hacer un sistema de salud eficiente, dinámico, nacional y gratuito, con especialistas que se comprometieran con los pacientes, sin embargo, tampoco hay un claro plan sobre este nuevo sistema, lo que si pasó en estos cuatro años es que tenemos un déficit en la salud que se vio agudizado con el reto de enfrentar una pandemia, hoy millones han perdido un familiar o amigo por la mala atención, la escasez de medicinas o la mala implementación de algún tratamiento.
Estos son sólo tres ejemplos, hay más, el gobierno no está enfocado en la solución de ninguno de estos problemas, el enfoque es electoral, porque quiere la continuidad de este caos, los candidatos a mantenerlo ya están en campaña, no tienen proyecto, ni plan, no los hemos oído anunciar nada, por un lado porque no pueden gracias a la ley electoral, aunque la verdad es que tampoco quieren, porque no puede haber una propuesta comparativa, la idea es que los nuevos candidatos mantengan está misma política; el presidente no la explica, porque no existe, ergo continuarán las ocurrencias.
¿Cómo se va a combatir la escasez de agua? ¿Cuál sería la propuesta para una menor contaminación? ¿Qué se hará con la educación? ¿Qué con la salud, la violencia? ¿Hay un proyecto de unidad o de reconciliación nacional? ¿Los candidatos van a querer construir otros aeropuertos? ¿Habrá más proyectos de trenes? ¿Otras refinerías? ¿En algún momento se le dará un lugar e importancia a la clase media? ¿Tienen los precandidatos un plan por si hay otra pandemia? ¿El próximo gobierno tendrá medicinas? ¿Continuará el “abrazo no balazos”? ¿Seguirá siendo el país más peligroso para el periodismo? ¿Cuándo empezaremos a conocer, con seriedad, la propuesta de la oposición?… ¿Hay oposición? Sí, somos nosotros y cada día, estamos más solos.