Javier Esquivel

A cuatro años de las elecciones de 2018 donde Andrés Manuel López Obrador arrasó electoralmente al PRI, PAN, PRD y a toda la oposición, ninguno de estos partidos políticos ha logrado articular una estrategia de comunicación que le permita hacer los pesos y contrapesos que amerita toda democracia.

Incluso Morena el partido que llevó al triunfo al presidente con mayor aprobación de los últimos años no ha conseguido articular un plan maestro que le permita capitalizar la popularidad del primer mandatario y evitar su división y derrumbe sin su presencia.

Desde los primeros momentos del sexenio la oposición mexicana, sobre todo el PAN, centró su estrategia de comunicación en la actividad legislativa a nivel federal con acciones de alto impacto visual.

Lonas de más de dos metros para cubrir la tribuna legislativa y camisetas uniformes para legisladoras y legisladores por cada iniciativa presentada fue la dinámica inicial.

Comenzaron también con actividades de cooperación en la que se aprobaron reformas legislativas importantes, pero para la agenda del gobierno federal. Sin embargo, la comunicación fue tan débil, como la de hoy, ya que no supieron posicionarse como partidos constructores de consensos sin cómplices del nuevo régimen. Quien no recuerda las narrativas calificativas del nuevo PRIMOR.

En ese momento no se construyeron los relatos ni los marcos mediáticos en los que se debió comunicar que la oposición no solo golpea, como lo hace ahora, si no que también privilegia el equilibrio de las funciones de cooperación, control y contraste que todo partido hace de manera planificada.

La comunicación de los partidos políticos de oposición transitó de la cooperación mencionada a la oposición desmesurada. Pareciera ser que hoy la hoja de ruta a seguir es hacer de cada sesión legislativa de ambas cámaras eventos de crispación para ganar la atención mediática y magnificar los desaciertos del gobierno.

Los últimos dos años la dinámica ha sido la misma obteniendo los mismos resultados: radicalización de las bases y seguidores de Morena y aburrir a sus votantes duros con los mismos mensajes y por la falta de diversificación argumentos.

Los relatos y contranarrativas opositoras son como aquellos mensajes de salud que intentan convencer de dejar a los fumadores por años. Por más mensajes e imágenes desagradables que posicionen, el fumador activo seguirá consumiendo los tabacos.

Los asesores o los tomadores de decisiones en los partidos opositores han descartado comunicar el papel de sus gobiernos locales y municipales, generar visibilidad a las excelentes propuestas de sus diputadas y diputados en los Congresos Locales.

Las tácticas hoy empleadas han disminuido casi totalmente la difusión del trabajo de sus órganos partidistas a nivel estatal y municipal para persuadir a sus públicos claves con propuestas innovadores y para motivarlos, reagruparlos y volverlos a entusiasmar.

Actualmente solo se escucha hablar de los Comités Estatales y sus dirigentes cuando hay elecciones en tanto que los municipales son entes inadvertidos o inexistentes en la opinión pública y publicada.

La consecuencia de centrar toda la estrategia de comunicación partidista en el terreno legislativo federal con tácticas reactivas y de disruptivo contraste – y que es personalizado por unos cuantos- impacta desfavorablemente en varios flancos:

Resta el interés en los temas proactivos de la actividad legislativa y disminuye significativamente la visibilidad necesaria de la gran mayoría de diputadas y diputados que cuentan sí cuentan con mejores resultados en su primer año de labores legislativas.

La táctica de centrar la estrategia en San Lázaro o en el Senado no mejora los indicadores de opinión ni del partido como tampoco la de sus dirigentes. La intención de voto es fluctuante y decreciente en la mayoría de las entidades del país, además de que la estridencia parlamentaria no ayuda a subir el nivel confianza ciudadana en cada bancada.

Y finalmente, se disminuye la efectividad de la comunicación electoral de los partidos en el terreno de la imagen y reputación.  Hoy las y los candidatos son afectados por la mala reputación de sus partidos.

Apunte del consultor.

Ante la debilidad de su propia estrategia integral de comunicación hay partidos que recurren a las propuestas legislativas de alto impacto mediático como distractores, aunque estas sean ocurrencias..

@Javoesquivel.