Daniel Lizárraga
La portada del diario La Jornada de ayer martes 21 de junio pareciera sacada de una mala película futurista: “Calvario de habitantes de NL en busca de un poco de agua”. Ese encabezado parece incluso exagerado para un peatón parado junto a un puesto de periódicos en el cruce de las avenidas Río de la Loza y Cuauhtémoc, en la ciudad de México, bajo un cielo nublado que amenaza con un aguacero.
¿Por un poco de agua? podía preguntarse cualquiera que mirase La Jornada, como ese mismo peatón que apenas un par de horas antes había disfrutado de una ducha con abundante agua caliente a presión en un gimnasio, sobre todo, cuando el resto de los diarios se ocuparon de otros temas en sus primeras planas.
Pero la Jornada no mintió ni tampoco fantaseó. En Monterrey y en los municipios conurbados la gente recorre a pie plazas comerciales, parques públicos, camellones y calles buscando agua. Van en grupos buscando una toma goteando, una cisterna que asaltar, una manguera para exprimir. Algo, lo que sea, para llenar al menos un poco los recipientes que cargan. Potable o no, cómo sea servirá. Muchos de ellos tienen una semana sin el líquido.
Otros van en camionetas o triciclos llevando tinas y garrafones vacíos durante horas. El Servicio de Agua y Drenaje de Monterrey no ha cumplido con los horarios de abasto: de las 4 a las 11 horas. Y no lo ha hecho porque, justamente, no hay agua. El crecimiento demográfico desordenado y la falta de lluvias han secado a la ciudad.
Hay tres presas que, regularmente, abastecen a Monterrey: El Cuchillo, La Boca y Cerro Prieto.
La primera de ellas, El Cuchillo que aporta el 35% del agua potable, este año llegó sólo hasta el 45% de su capacidad de almacenaje. La Boca que contribuye con el 15.5% únicamente llegó al 8.2% y Cerro Prieto únicamente contó con el 2.06% del líquido para atender su cuota del 12.,5%, de acuerdo con el diario El Informador.
La responsabilidad de los medios de comunicación en todo el país se ha quedado corta ante la dimensión de lo que sucede en Nuevo León. No es un tema de agenda política ni de colores partidistas, la situación es muy grave. La desesperación de la gente por conseguir agua tendrá lamentables consecuencias, mientras en el resto del país sigue debatiéndose si eres “chairo” o “fifí”. No hemos sabido responder a esta emergencia la cual, tarde o temprano, puede alcanzar a otras zonas del país.