Según la Real Academia Española, el término “cochista” es un neologismo para referirse en forma despectiva, a quien antepone y defiende el empleo de su propio automóvil. Según Salvador Medina, el término surge del activismo ciclista y le agrega una carga moral negativa por no ser un medio de transporte sustentable y por detonar agresión al conducir en algunas personas.
El cochista rechaza la pirámide de movilidad, despreciando a quienes no se trasladan en automóvil privado y mantiene la convicción de que tener automóvil es la mejor solución para la movilidad urbana.
Por otra parte, el cochismo rechaza la instalación de ciclovías por considerar que “nadie las usa y le roban espacio al automóvil”. Defiende las vías rápidas, los puentes (anti)peatonales, los viaductos y las ampliaciones de carriles vehiculares. Comete con frecuencia infracciones de tránsito como pasarse semáforos en rojo, invasión de líneas peatonales, vueltas prohibidas, todo para su beneficio y en detrimento del peatón.
Posee poca empatía hacia terceros al considerar que la calle es para autos y nadie, ni otros automovilistas, debe “estorbar” en su camino. Considera que “los demás no saben conducir”, prefiere ir a los lugares que tienen estacionamiento para no caminar ni una cuadra y, en ocasiones, estaciona su automóvil sobre la banqueta o las ciclovías.
El cochismo también se impulsa desde lo gubernamental, al crear vialidades, espacios públicos o desarrollos inmobiliarios poco amigables u hostiles para los peatones, sin ciclovías o con difícil acceso para el transporte público.
El cochismo no tiene partido político, no tiene género, ni religión, es un mal propiciado por la cultura automotriz americana y conservado por la dependencia económica gubernamental hacia este medio de transporte. ¿Qué tan cochista se considera usted?