Gonzalo Flores/Infrasónico
Hay de despedidas, a despedidas.
Enrique Bunbury, aunque lo había anunciado para el término de su gira, entregado a su disciplina, la composición y el canto, quería terminar de cumplir sus compromisos antes de cerrar su ciclo en los escenarios. Pero no pudo.
La resignación, cuando llega el momento de dejar de hacer algo que amamos, es un proceso doloroso.
Dos presentaciones después de haber comenzado su última gira en Estados Unidos y España, su voz, su principal instrumento, llegó a su límite. “Con todo el dolor de mi corazón tengo que adelantar lo que ya veía inminente. Me es imposible hacer más conciertos”, escribió el aragonés errante en su comunicado de despedida.
Querétaro fue su última presentación en México a principios de año y fue posterior a ese concierto, que anunció el final de su carrera, solo después de concluir los conciertos pactados en 2022. Solo pudo presentarse en Nueva York y Atlanta. En Chicago, su voz no dio más. “Espero vuestra comprensión en este momento tan doloroso para mí y todo el equipo”, escribió.
Un caso muy diferente a KISS, por ejemplo, quienes llevan varios años con presentaciones de despedida de los escenarios. Hasta con el retiro, KISS sabe hacer un producto comercial. Quienes han vivido en directo a Gene Simmons, Paul Stanley, Tommy Thayer y Eric Singer, saben que es por mucho una gran experiencia pirotécnica, explosiva y hasta musical (juar juar).
La decisión de Bunbury no fue así. Fue abrupta y la asimilación de golpe. Su voz se apagó y encara su adiós de los escenarios de forma escrita y pública. Quizá, una de las formas de las que sabremos de él en el futuro no tan distante.
Pero las despedidas van más allá del retiro de Bunbury o KISS, independientemente si es algo que nos guste o no. La guerras existen, nos guste o no. Maria Alyokhina, fundadora de la banda rusa Pussy Riot, decidió despedirse de su país y dejarlo disfrazada de repartidora de comida para evadir a los policías. Su postura crítica hacia el presidente Vladimir Putin le valió ser perseguida por el gobierno hasta el grado de estar en riesgo a causa de su música y su postura. Dejar su país le significó seguir con vida.
Las despedidas siempre pasan. Los porqués, siempre variarán.