Daniel Lizárraga
Hace unos días la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) publicó su informe 2022 en el que evaluó las condiciones en las que se ejerce la libertad de prensa en 180 países. “La nueva era de la polarización”, tituló el análisis sobre los efectos desastrosos del caos informativo creado por un espacio digital globalizado, sin regulación, que ha favorecido las noticias falsas y la propaganda.
RSF explicó que en las redes sociales existen circuitos de desinformación que han aumentado las fracturas sociales. Tanto en las sociedades con mayores niveles de apertura o democráticas así como en los regímenes despóticos se ha tratado de controlar a los medios de comunicación y se libra batallas de propaganda, elevando los niveles de tensión social.
Por razones de espacio y intereses entre los posibles lectores (as) de esta columna, me referiré a lo que acontece en nuestro continente. RSF apuntó que en toda América Latina, los y las periodistas desarrollan su trabajo en un entorno cada vez más deteriorado y, sobre todo, tóxico.
RSF mostró especial preocupación porque la clase política sigue lanzando discursos estigmatizantes contra los y las periodistas especialmente en Brasil, Cuba, Venezuela, Nicaragua y El Salvador.
Los ataques han sido cada vez más virulentos y alientan campañas de difamación, intimidación -especialmente contra las mujeres- y el acoso por internet contra quienes critican a los gobiernos.
El caso más grotesco es Nicaragua. Entre los 180 países analizados, se ubicó la posición 160. Para este informe, el territorio controlado por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo está en rojo, es decir, con una situación muy grave respecto a la libertad de prensa. La pareja presidencial ha desatado un persecución feroz contra las voces críticas. Los últimos bastiones de la prensa independiente son asediados y la gran mayoría de los reporteros (as) independientes han tenido que huir.
Otro país centroamericano en problemas ha sido El Salvador. Por segundo año consecutivo registró una de las caídas más pronunciadas; -30 lugares. Esto también resultó extremadamente preocupante para RSF. El presidente Nayib Bukele ha ido incrementando los ataques y las amenazas contra los medios de comunicación críticos, alimentando la imagen de una prensa enemiga del pueblo.
RSF acusó que, esta deriva autoritaria la han acompañado con cambios en el marco jurídico para hacer más complejo el trabajo de las y los reporteros.
El caso de México también apareció en el radar de las preocupaciones. RSF destacó el hecho de que con al menos siete periodistas asesinados en 2021, este país se mantiene como el más mortífero del mundo para la prensa y se sitúa en la posición 179 sobre 180 del indicador de seguridad para los periodistas.
Costa Rica sigue siendo la excepción del continente y el alumno aventajado de América Latina (8º en la Clasificación).