Hugo Lora
La tecnología ha cambiado para siempre las dinámicas sociales. Si estudiamos la transmisión de ideas en tiempos de las primeras sociedades podemos observar ejemplos como las plazas públicas griegas o ágoras, en las que los sofistas pregonaban sus enseñanzas para que los ciudadanos escucharan. Después, con los copistas medievales, observamos que el conocimiento ya era portátil, pero de reproducción extremadamente complicada y tardada, tanto así que en 50 años solo se reprodujeron un estimado de veinte mil libros.
Con la invención de la imprenta en tan solo 50 años se imprimieron, en Europa, entre 12 y 20 millones de libros permitiendo que la difusión del conocimiento y el crecimiento del acervo cultural. Ahora, los medios digitales y el internet facilitaron el proceso de creación, investigación y comunicación de la información, generando una demanda por contenido sin precedentes. Según datos de la empresa, Google procesa más de 80 mil solicitudes de información por segundo. Pero el contenido que demandamos ahora y su manera de difundirlo, no es el mismo que se demandaba hace más de dos mil años. Hoy buscamos maneras rápidas de obtener información precisa y “confiable”.
Twitter es una compañía que nace en 2006 e inicia con una tendencia que, al día de hoy, sigue dando muy buenos resultados. Ofrecen compartir información en “tweets”, que en su traducción al español quiere decir “pío de un pájaro”, es decir, mensajes cortos. Si tu quieres “tweetear” hoy tienes 280 caracteres para hacerlo. Esta manera de comunicación se volvió tan popular que, en muchos países, se utilizaba como medio de desinformación política, siendo sujeta a diversas limitaciones que llegaban hasta a la censura de distintos personajes.
La semana pasada, Elon Musk el hombre más rico del mundo y dueño de empresas tan emblemáticas como Tesla y SpaceX, compró la red social por 44 billones de dólares con la intención de privatizarla. La intención de dicha compra es regresarle, a una de las redes sociales más utilizadas del mundo, su relación con la libertad de expresión ya que, citando al nuevo dueño, “esta es la base de una democracia funcional”. Será muy interesante como se reformará esta compañía y como este visionario la rediseñará para poder transmitir el conocimiento.