Alejandro Gutiérrez Balboa
Ningún gobierno puede aspirar a tener éxito y repetir electoralmente si la inflación, la subida de precios generalizada, aumenta o peor, si se dispara. En México el gran enemigo de la gestión eminentemente populista del gobierno, es la inflación que se ha colocado ya en 7.45% y que pronto rebasará los 10 puntos.
La última vez que nuestro país padeció este flagelo fue hace 26 años, en el cambio de gobierno de Carlos Salinas y su sucesor Ernesto Zedillo, en que los problemas derivados de una sucesión frustrada, genéricamente conocidos como los “errores de diciembre”, dispararon el fenómeno económico, hubo una gran devaluación del peso y la inflación se fue a fines de 1975 al 51.97%.
Ni Salinas ni Zedillo encabezaron sexenios populistas, aunque utilizaron los mecanismos y andamiaje de control político heredados de casi un siglo del PRI, esencialmente populistas, para sus proyectos y la gobernabilidad del país. El problema fue una crisis-fractura al interior del sistema político, es decir, un fenómeno estricto de manejo político, lo que detonó una crisis y una grave secuela económica.
Hoy el fenómeno es otro. Ataques un día sí y otro también a la inversión privada, a la seguridad jurídica; la inestabilidad de un gobierno faccioso y corrupto, aunque diariamente predica lo contrario, el debilitamiento del estado de derecho, la salida de capitales y la polarización del quehacer político, son el marco que catapulta el aumento de la inflación.
El problema no se resolverá en este sexenio y veremos las clásicas medidas populistas para intentar contener el alza de precios: controles gubernamentales, sanciones a productores y prestadores de servicios, precios tope y posiblemente aumento de circulante. El resultado está más que cantado: mayor inflación.
A esto hay que agregar el difícil entorno internacional: salida a tientas de la pandemia y confinamiento, guerra en Ucrania, subida de materias primas, escasez de granos, medidas proteccionistas y guerras comerciales implacables. Malos manejos de las principales potencias económicas, EEUU y China, que ya padecen el fenómeno inflacionario. El panorama no pinta bien.
México tiene una serie de áreas de oportunidad que posibilitan no sólo un adecuado manejo inflacionario, sino un gran despegue. Pero el populista no lo ve, su objetivo es el poder, no el bien de la población. Sexenio perdido.