Alejandro Gutiérrez Balboa
El crimen organizado ruso es responsable de un tercio de la heroína que se vende en las calles europeas, de buena parte del tráfico ilegal de personas no europeas al continente, así como de considerables importaciones ilegales de armas. No sólo actúan asociados y a veces detrás de las bandas criminales de los diferentes países europeos, sino en sociedad y acuerdo con el Servicio de Inteligencia Extranjera (SVR), de la inteligencia militar (GRU) y el Servicio de Seguridad Federal (FSB) del gobierno ruso.
El Kremlin utiliza a los grupos del crimen organizado ruso como instrumentos de actividad de inteligencia y de influencia política en los distintos países europeos, en su campaña para minar la unidad de los países del continente, así como en su guerra asimétrica contra una Europa y un Occidente más poderoso y más rico. Todo de acuerdo a un reciente informe publicado por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
El informe titulado “Crimintern” en alusión a la extinta Comintern, la Internacional Comunista que jefaturaban los soviéticos desde la época de Lenin y que controlaba los partidos comunistas de todo el orbe, describe cómo una nueva generación mafiosa heredó el poder de los anteriores dueños del gobierno y del crimen rusos, a la caída de la ex Unión Soviética.
Estos grupos mafiosos han desarrollado lazos y alianzas con sus similares de diferentes países en Europa no sólo para facilitar actividades criminales o para convertirse en proveedores de drogas, armas y para contrabando de migrantes asiáticos y africanos, sino para construir una poderosa red encargada también de delitos cibernéticos, recaudación de fondos no rastreables para financiar partidos populistas europeos y hasta de asesinatos.
El liderazgo ruso se conformó por un híbrido entre magnates y gangsters que tomaron ventaja del proceso desestatizador que siguió al derrumbe soviético. Protegidos y aliados a políticos corruptos, son la clase que manda en Rusia desde entonces.
El informe no sólo alerta a los gobiernos europeos a tomar medidas, sino que constituye toda una llamada de atención a otros países donde actúa el crimen organizado, al revelar que no sólo son un problema de seguridad pública, sino toda una amenaza a la seguridad nacional, junto con los políticos que los protegen.