Raúl D. Lorea
@ArqLorea
Al hablar de arquitectura hostil nos referimos a los espacios u objetos diseñados para que no se les dé un uso distinto al que se les designó. Mayoritariamente está destinado a ahuyentar o evitar la presencia de las “personas sin hogar” en el espacio público.
La arquitectura hostil va desde colocación de elementos en los marcos de las ventanas para evitar que la gente se siente ahí, tales como púas, adiciones de acero o un sobre-marco en la herrería que resulten suficientemente incómodos o hirientes para que nadie se quiera sentar, pasando por jardineras de figura irregular hasta la colocación de pequeños pasamanos en las bancas públicas de los parques o los parabuses indicando el espacio exacto para que lo ocupe una persona sentada pero impidiendo que alguien se pueda acostar ahí.
En lo general, busca ocultar a la creciente población en situación de calle, excluyéndola y marginándola, evidenciando que, como sociedad, preferimos ver un espacio sin pobreza en lugar de preocuparnos y procurar la igualdad y la justicia social.
Según el historiador Iain Borden, esta arquitectura hostil surgió en la década de los 90, cuando se empezó a identificar a las personas como un consumidor en potencia en lugar de seres sociales. Esto nos refleja que entonces somos ciudadanos si trabajamos o consumimos en el espacio público, mientras que no son bienvenidos quienes no cumplen tal función.
Bajo este orden de ideas ¿Qué opina Usted sobre la reja que divide la Alameda, será arquitectura hostil?