Claudio Sarmiento Casas
Mi medio de transporte principal en Querétaro es mi coche. Tengo la fortuna de contar con un automóvil propio, el cual comparto con mi familia. También tengo una bicicleta que uso en calles locales y sin mucha pendiente. Intento caminar lo más posible, pero muchas veces las condiciones, rutas y tiempos no me lo permiten. Lo mismo me sucede con el QroBús, el cual no uso cotidianamente. Me gusta caminar, pedalear, y leer en el transporte público. Pero mis decisiones de movilidad no están determinadas por mis preferencias, sino por las facilidades que dota la ciudad.
Ser cochista no es sinónimo de usar coche, sino con el pensar que es la única y mejor alternativa, que tienen mayor poder al verlo como sinónimo de status. Sin embargo, está comprobado cómo la caminata es la forma más saludable, la bicicleta la menos contaminante, y el transporte público el más eficiente. Así que el hecho de que las personas no optemos por estas alternativas de movilidad no es un problema de demanda, sino de oferta. Además de ir en contra de la sostenibilidad social, económica y ambiental, ser cochista supone que no hay límites para el uso del coche, lo cual es falso. Resulta inviable que todos nos movamos con coche particular.
No soy cochista porque me gustaría no tener que depender de mi coche y que que mi gobierno apueste por la mejora en el transporte público, en las ciclovías, las banquetas y su interconectividad; que apueste por el mejor ser ciudadano. ¿Cuántos más comparten el mismo sentir?
MT